Quizás por tener unos días de asueto tras los festejos navideños me anime a postear algo más de lo que a menudo hago... Hoy me levanté con ganas de hablaros del grandísimo tenor canadiense Jon Vickers, una de las más apasionantes figuras de los años 60 y 70 del siglo pasado, con fans desmedidos y enconados denostadores por igual.

Jonathan (Jon) Stewart Vickers nace un 29 de octubre de 1926 en la localidad canadiense de Prince Albert, en la impronunciable provincia de Saskatchewan, el sexto de una familia de ocho hermanos. Siempre gustó de cantar y lo tubo como hobby mientras intentaba estudiar medicina o convertirse en empresario. A los 22 años comienza a formarse la idea de convertise en cantante profesional, y abandona sus musicales y coros amateurs para ingresar en el Royal Conservatory of Music de Toronto con George Lambert. De ahí salta a un coro profesional y poco después ya consigue aparecer como solista en la Ópera de Toronto, donde debuta en 1952, siendo su primer papel uno bastante alejado de su voz de tenor heroico: el Duque de Mantua en
Rigoletto.
Vickers, nombrado doctor
honoris causa por la Universidad de Toronto:
Cantando el oratorio
The Messiah de Händel:
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Tras unas primeras experiencias en los teatros y radio canadienses (
Rigoletto,
Carmen,
The Rape Of Lucretia) y una fugaz aparición en Nueva York (
Fidelio), se traslada a Europa y causa una más que grata impresión en su debut en la Royal Opera House, Covent Garden, de Londres, cantando el Riccardo de
Un ballo in maschera, en 1956 (otras fuentes aseguran 1957).
Riccardo en
Un ballo in maschera:
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El éxito es tal que permanecerá ligado al teatro londinense hasta 1969, forjando mientras tanto la leyenda de Jon Vickers, el gran tenor heroico. A su primer papel en el
Ballo le siguen Don José en
Carmen y un primer Eneas en
Les Troyens, de Berlioz, obra y personaje de los que realizará acabadas interpretaciones a lo largo de su carrera, pero también Radamès, Canio en
I Pagliacci, Otello, Florestán en
Fidelio o Tristán.
Asombroso Eneas en
Les Troyens:

Con las Dido de Shirley Verrett y Christa Ludwig:


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En 1958 comienza su asociación con los grandes papeles wagnerianos, al aparecer por vez primera en el Festival de Bayreuth cantando el papel de Siegmund en
Die Walküre, una de sus más grandes interpretaciones, y que recoge en disco, entre otras, en la maravillosa versión dirigida por Sir Georg Solti para el sello Decca en 1961 con la valquiria de Birgit Nilsson, la Sieglinde de Gré Brouwenstijn, el Wotan de George London y la Fricka de Rita Gorr.
Grandísimo Siegmund:

Apoteosis
beefcake:

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Con Leonie Rysanek:
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Ese mismo año regresa al continente americano para debutar en la Ópera de Dallas como Jasón en
Medea, al lado de la gran Maria Callas, con quien forma una pareja espectacular.
Jon Vickers y La Callas en
Medea:

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Con entrevista a La Divina incluída:
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Juntos, repetirían éxito en Londres en 1959, año en el que Vickers debuta en la Ópera de Viena, cantando en tan sólo tres meses un variado repertorio: Don José, Radamès, Siegmund y Canio, y regresando al Covent Garden después para obtener un éxito rotundo como Parsifal (éxito que repite en 1964 en Bayreuth).
Don José en
Carmen:

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Atrapando a Grace Bumbry:

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Como Don Carlo con la Elisabetta de la deliciosa Gré Brouwenstijn:

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Don Álvaro en
La forza del destino, con la siempre exquisita Martina Arroyo:

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Sin embargo, en Europa Vickers es todavía considerado un tenor eminentemente "italiano". Esa opinión comienza a cambiar con su asociación con el Metropolitan de Nueva York, donde debuta en 1960 como Canio en
I Pagliacci. En el Met aparece subsiguientemente durante 20 temporadas consecutivas, cantando hasta 225 representaciones de un repertorio de 16 roles diferentes. Este vasto repertorio incluye entre otros los papeles de Don José en
Carmen, Erik en
El holandés errante, Hermann en
La dama de picas los Sansones de Händel y Saint-Saëns, Don Álvaro en
La forza del destino y su excepcional Tristan, considerado por la crítica como el mejor desde los tiempos de Lauritz Melchior, y que representa por todo el mundo.
Canio en
I Pagliacci:

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Heroico Sansón:

Majestuoso en el
Samson de Händel:
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Doliente en el de Saint-Saëns:
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Tristán e Isolda de ensueño con Birgit Nilsson:

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Grandes amigos:
Otro de los papeles a los que ha quedado asociada la memoria y la voz de Jon Vickes es el personaje protagonista de la ópera de Benjamin Britten,
Peter Grimes. A pesar de que al propio compositor no le gustó en absoluto su interpretación, público y crítica coincidieron unánimemente y desde entonces el concepto de Grimes ha cambiado radicalmente, gracias a la interpretación de Vickers (recordemos que el papel fue escrito para la voz y gestos del tenor Peter Pears, totalmente opuesto al opulento Vickers). En el papel debuta en el Metropolitan en 1967 dirigido por Sir Colin Davis, y posteriormente repite rol en Londres en 1969, 1971 y 1975.
Oscuro, siniestro Peter Grimes:

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En 1961, Vickers alcanza las portadas internacionales con su composición de un dramático Florestán en
Fidelio, papel para el que es elejido y dirigido por Otto Klemperer en el Covent Garden, en una función en que comparte escenario con la fabulosa Leonore de Sena Jurinac o el Rocco de Gottlob Frick.
Florestán:

Con Sena Jurinac:

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Posteriormente debuta en el Festival de Salzburgo, donde Herbert von Karajan lo dirige en los roles de Siegmund, Tristan, Don José y Otello, probablemente otro de los grandes roles a los que la memoria de Jon Vickers estará permanente asociada. A pesar de que la crítica clama por la pobreza de su timbre y falta de gentileza en los agudos (alguno los llega a llamar "graznidos"), aunque todos reconocen su absoluta fidelidad a la partitura escrita por Verdi, algo que pocos tenores han conseguido.
Con Karajan, en Salzburgo:
Otello:

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Entrando a matar:

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Sin que sirva de excusa, críticos y estudiosos del canto y la figura de Vickers han señalado que esta fama de "voz horrenda" con que se ha teñido al tenor en más de una ocasión se debe a que su popularidad en cuanto a la grabación de discos le ocurrió demasiado tarde, cuando las numerosas representaciones de papeles heroicos y dramáticos habían estropeado el timbre potente que se puede escuchar en sus primeras grabaciones de los años 60. Sin embargo, todos coinciden en que no hay comparación posible entre las grabaciones y la impresión de escuchar (y ver) a Jon Vickers en vivo.
No tan horrendo:
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Algún escándalo más ocurriría a fines de los años 70, cuando Vickers rechaza interpretar los papeles de Siegfried y Tannhäuser (para el que estaba ya previsto en el Covent Garden), debido a su falta de empatía con los personajes, entre otros motivos por sus fuertes convicciones cristianas. Cantaría, sin embargo, el papel de Nerón en
L'incoronazione di Poppea en París o Herodes en
Salomé. Al parecer, Vickers no se negaba a interpretar villanos (Pollione en
Norma, Jasón, el propio Peter Grimes) pero sí a héroes exaltados -según él- por su mal comportamiento. Él mismo llegó a asegurar que podía rechazar dichos papeles con orgullo, pues había ya afrontado papeles de igual o mayor dificultad y el público no pensaría de él que era un cobarde. Y, ciertamente, de él no queda esa imagen, aunque es una pena que no podamos haber disfrutado de lo que a todas luces podrían haber sido unas intensas interpretaciones.
Con Gwyneth Jones en
L'incoronazione di Poppea:
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Con la flamante Norma de Caballé:
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Finalmente, Jon Vickers ralentiza su carrera y decide ponerle punto final en 1988, en una época en la que ya había comenzado a dedicarse a la enseñanza, siendo alguno de sus alumnos el conocido tenor canadiense Ben Heppner.
Siempre heroico:
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