Yo pondría en cada concentración un toy delicioso como este rubiaco descamisado y con el torso bien sudado a pleno sol.
Estoy seguro de que mejoraría notablemente la intensidad y ganas de los compañeros de equipo por participar en el mismo espectáculo que supone tener al lado a semejante pibón.
Sería estupendo imaginar cómo serían las rutinas de entreno junto con las intensas y prolongadas estancias en el vestuario para mezclar su juventud sonriente con el deseo que provocaría dicho jugueteo entre los curtidos veteranos.
Sudor, roces, sonrisas, apretones, abrazos, achuchones,... todo para disfrutar al máximo de su piel, de su belleza, del deseo que sin duda generara.
Lo normal sería que no hubiera ningún rabo sin ponerse en posición de asta en lo más profundo de los vestuarios y duchas compartidas.