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Cómo nos culturizamos

General || Actualidad y cultura, pasado y futuro, también desde el punto de vista gay.
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alfpeen
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(Viene del post anterior)

En especial, el carácter escurridizo y problemático de la categoría "homosexual" todavía nos impide verla como una parte integral de la experiencia del cine, del arte, de la vida, consignándola al misterio, a la oscuridad, la excepcionalidad. Efectivamente, cualquiera mencionaría Los chicos de la banda como ejemplo de "cine homosexual", porque efectivamente parece que es de interés sólo para los miembros de este colectivo, pero nadie recuerda Arrebato, la extraordinaria película de Iván Zulueta sobre drogas, vampirismo y una seducción homoerótica, cuyo sustrato está en una experiencia autorial que se expresa con mitologías, como la de Peter Pan, bien extendidas entre otros autores homosexuales del periodo (de Terenci Moix a Leopoldo María Panero). Así, cuando se quiere alabar una película con personajes homosexuales (un caso más o menos reciente lo tuvimos con Brokeback Mountain), el crítico insistirá, con una frecuencia que ha convertido tales opiniones en verdaderos clichés, en que "no es cine gay" sino "buen cine", como si ambos términos fueran antitéticos. La etiqueta "homosexual" se activa así arbitrariamente o, en todo caso, siguiendo pautas ideológicas (homófobas) para construir un gueto, aislar una faceta determinada del deseo o la identidad de género (lo cual, ya que estamos, es la principal razón de ser de la categoría desde su aparición a mediados del siglo XIX). De ahí, por ejemplo, que un crítico catalán se mostrase molesto, en su reseña de La mala educación, por el uso gay de Sara Montiel, sintiendo que la mirada gay estaba "degradando" a la estrella al consignarla al gueto. Pero ¿sería Sara Montiel el mismo icono si no hubiera sido construida y apropiada por miradas homosexuales, empezando por Juan de Orduña y siguiendo con todas las drags que han mantenido el mito vivo hasta su último reciclaje en la película de Almodóvar? No es que haya una "Sara Montiel gay", es que Sara Montiel es también gay. Y la etiqueta gay, hay que recordarlo, no degrada a nadie.

La visibilización de la experiencia de espectadores y creadores en términos de mirada insumisa saca la homosexualidad de la retórica homófoba que la convierte en rareza. Para esto, en muchos casos habrá que superar la mística del armario como lugar sagrado de la vida privada que refuerza los silencios apuntados: si de algo han servido veinte años de estudios sobre la homosexualidad es para fijar la idea de que el armario, como dice el periodista David Ehrenstein, no existe hoy por hoy para proteger la intimidad de los homosexuales, sino para mantener su visibilidad a raya; uno no se refugia en el armario, es aprisionado por él. Una vez superados los obstáculos que dificultan el reconocimiento de la expresión homosexual en primera persona podremos realmente investigar libremente y sin tapujos los modos en que la mirada homosexual se implica en el cine, a menudo en contra de toda una serie de presiones externas.
En este proceso habrá que dejar de lado el estéril debate sobre "cine gay" o "estética gay" y tomar como punto de partida lo constatable: los homosexuales históricamente se han enfrentado al cine de maneras específicas, a veces dentro de marcos de lectura propios, y han elegido ciertos temas, motivos o estructuras como inspiración cuando se expresan a través del cine. Dichos marcos se activan en la lectura y en la creación, y a menudo existe una relación entre ambos procesos: un cine parte de la experiencia homosexual, se codifica en términos heterosexuales y es leído subculturalmente por un determinado sector del público que conoce las claves.


Por supuesto, esto no significa que la experiencia gay, la del espectador o el cineasta, sea estable. No lo es históricamente. En épocas que prohibían la circulación de referencias a la homosexualidad o castigaban la expresión en primera persona, esa experiencia era forzosamente invisible y sólo podía compartirse con grandes cautelas. Hay también cuestiones de temperamento o incluso de estrategia: ciertos homosexuales prefieren moverse en círculos subculturales y otros prescindirán al máximo de esa subcultura para evitar el estigma. Con todo, es previsible que existan algunos aspectos de la experiencia homosexual que sí serán reconocibles y generalizables.


Así, no deja de sorprender que, a pesar de lo heteróclito de las experiencias individuales, encontremos referentes comunes en tantas miradas homosexuales sobre el cine. Las lesbianas tienden a preferir las películas con mujeres que se salen de los estereotipos tradicionales de género o que introducen ciertas convenciones en el tratamiento de las amistades femeninas. Tradicionalmente los hombres gays han descubierto subtextos similares y han encontrado en las películas con divas, en los musicales o los melodramas terrenos abonados para encontrarse a sí mismos. Y a menudo estas preferencias son también las de los propios cineastas: las investigaciones de William J. Mann han revelado el papel de los homosexuales en la mítica Unidad Freed de la Metro Goldwyn Mayer, especializada en musicales, y Bodeen DeWitt, el guionista de las películas clásicas sobre la mujer pantera, era gay y, como declarará con el paso de los años, consciente de reflejar su propia experiencia en la de sus personajes.

Así, se cierra el círculo: una vez integramos de manera visible la homosexualidad en la experiencia del cine despojándola de todo estigma, se enriquecen nuestras lecturas del mismo, al poder ver en las películas, también, un punto de encuentro entre la mirada insumisa del cineasta y la de determinados espectadores. Esto no significará que las películas en cuestión sean exclusivamente gays, pero sí sugiere que la mirada gay puede proyectarse de manera especialmente legítima sobre éstas: descubriendo la especial intensidad de la mirada en Picnic, a partir de la mirada del homosexual William Inge, el verdadero problema de La mujer pantera, referentes que añaden sentido al cine de Almodóvar o la inspiración en culturas gays que puede percibirse en Moulin Rouge, Chicago o The Rocky Horror Picture Show. No hay cine gay, pero hay, sin duda, una experiencia gay del cine que incluye a Cary Grant y a James Dean, a Greta Garbo y a Sigourney Weaver, Arrebato y Pink Flamingos, Muerte en Venecia y Querelle y que hoy, por fin, podemos cultivar en lugar de ignorar.



Alberto Mira es profesor de estudios cinematográficos en la Oxford Brookes University y autor de Miradas insumisas. Gays y lesbianas en el cine (editorial Egales). Ha escrito también el ensayo De Sodoma a Chueca y el diccionario de cultura gay Para entendernos.
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Girafes (Jirafas)
Autor: Pau Miró
Intérpretes: Anna Alarcón, Albert Ausellé, Bernat Cot, Carles Flavià, Òscar Muñoz
Espacio escénico y vestuario: Pi Piquer
Illuminación: Luís Martí
Sonido: Lucas Vallejos
Composición musical: Oriol Miró
Movimiento: Mercè Boronat
Ayudante de dirección: Isaac Alcayde
Videocreación: Alfonso Ferri
Producción ejecutiva: Helena Font

Dice Pau Miró que las jirafas pueden parecer delicadas, íntimas, casi clandestinas, pero que tienen un secreto que sólo se explican ellas, al igual que los personajes de esta obra de teatro. Son animales enigmáticos que no tienen cuerdas vocales. El narrador de la historia, un Carles Flavià que no está a la altura de sus compañeros de escenario, tampoco habla desde que, a los tres años, vio morir a su madre por culpa de la explosión de una bomba.
Estamos a finales de los años 50. Hace años que ha terminado la Guerra Civil, pero el ambiente de miedo y represión invita a unos silencios que son los que Miró utiliza – con maestría – para dejar al espectador angustiado. Algo pasa que no se dice. Girafes es la tercera parte de una trilogía que ha consolidado a este autor y director como uno de los nombres imprescindibles del teatro catalán. Tres obras que hablan de una misma familia, con el Raval – y una lavadora – como trasfondo. Aquí, los abuelos. En Lleons, los padres. Y en Búfals, los hijos.


La trama podría parecer simple. Anna Alarcón interpreta a la mujer de la casa, Òscar Muñoz a su marido, Bernat Cot al hermano que ha quedado mudo y se pasa el día escribiendo en una libreta todo lo que le ocurre, y Albert Ausellé a un chico que tiene una habitación re-alquilada y sale todas las noches diciendo que va a trabajar a una fábrica cuando, en realidad, se traviste en el cabaret del club “La Polvera”. Alrededor de la familia, aparece y desaparece, el vendedor de lavadoras interpretado también por Flavià. Una lavadora que será la semilla para las otras dos obras: En Lleons la familia ha montado una lavandería y en Búfals los hijos se le intentan vender.

Es una obra de secretos, pero también de refugios. Albert Ausellé esconde su homosexualidad en la falsa alegría del cabaret (y en la ilusión de huir a París). El pequeño de la familia se refugia en la azotea de la casa, donde mira el cielo, pensando que lo vendrán a buscar. Más tarde, cambiará su cobijo por un prostíbulo del barrio chino donde, a cambio de un poco de chocolate, la “gallega” le inicia en el mundo del sexo. En Girafes hay un intento de incorporar más el humor. No es necesario. Las escenas que transcurren en el cabaret parecen excesivas e, incluso, hay un número donde dos hombres disfrazados de mujeres hacen un sketch que no aporta nada a la obra. Flavià, que a parte del vendedor de lavadoras hace de narrador (dará voz al hermano que, un día con “la gallega”, recupera la voz de forma natural), también es muy mejorable. Sin dañar la obra, sí es verdad que se hace difícil seguirle, por una vocalización demasiado rápida y poco definida, que no ayuda nada. El resto, es mucho más que recomendable. Ya decíamos que Alarcón sorprende, transmite esa magia del personaje senzillo y misterioso, pero también el resto de actores. Albert Ausellé se desenvuelve muy bien con los dos registros, el de travestido y el de inquilino discreto, y Bernat Cot dibuja a la perfección el chico introvertido que no habla por culpa de un trauma infantil. Òscar Muñoz no es una excepción, y construye un personaje verosímil, un marido celoso e inseguro que, cuando se quedan por fin solos en casa, consigue hacer a su mujer los hijos deseados. Una simple historia familiar, en definitiva, que no tiene nada de simple.


La mujer pronuncia una frase que resume a la perfección el ambiente, el olor, de la obra: “todo el mundo es extraño a su manera”. Y, en realidad, lo que nos está diciendo es que todo el mundo, a la vez, tiene algún secreto. Alarcón, que también se encargó de la espléndida interpretación de la chica en silla de ruedas de Lleons, materializa un papel excelente. Conserva la belleza, la ambivalencia, la docilidad y, al mismo tiempo, la esperanza. Parece que no se puede quedar embarazada, pero mantiene la alegría, intenta que su marido no desespere cuando, en un accidente en la carpintería donde trabaja, se queda sin algunos dedos de las manos. Cuida de su hermano, que sufre una especie de autismo que le hace poco social, y mantiene una relación muy especial con el inquilino.
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Pocos lectores desconocerán a Donna Leon, (Nueva Jersey, 1942). La profesora de literatura y escritora estadounidense afincada en Venecia, usa de las investigaciones de su comisarioGuido Brunetti para denunciar las injusticias sociales. Y lo hace desde la perspectiva de la motivación, puesto que esta escritora se interesa, más que por las consecuencias y resolución, por los motivos que llevan al crimen. Sea por ello que afirma tajante lo que le aburre Agatha Christie. Brunetti es el protagonista estrella de sus novelas, una persona familiar, feliz, afable, exquisito y culto que lee a Herodoto y Dante, y que es comisario de policía. Jamás va armado y posee esa mirada triste y escéptica de los descreídos, pero poseer de una superior intelegencia instintiva.


Catorce novelas lleva publicadas en España esta escritora de izquierdas, a quién averguenza los desmanes de su páis. Acqua Alta (1996); Nobleza obliga (1997); Amigos en las altas esferas (2000); Justicia uniforme (2003); Pruebas falsas (2004); Piedras ensangrentadas (2005 ); o Veneno de cristal (2006) son, de su prolífica bibliografía, las que me han hecho vibrar en los calurosos veranos, cuando más recurro a ella.


Temáticas sociales teñidas de misterio y crimen, sus relatos sacan a la palestra a los grandes olvidados de la sociedad, como los invisibles senegaleses de Piedras ensangrentadas, vendedores callejeros en Italia. Se les denomina los vu comprà. Intentan comer con la mercancía que ofrecen en venta en sábanas desplegadas en los adoquines de tierra tan bella , llenas de bolsos, cinturones, carteras… ¿Por qué alguien estaría interesado en matar a un vu cumprà con pocas conexiones sociales y aún menos dinero? ¿Qué se esconde detrás de este asesinato? Así comienza el misterioso planteamiento de Piedras ensangrentadas (Blood From A Stone), cuya acción transcurre completa en la hermosa, aristocrática y poética Venecia, hermoso escenario de todas las historias de esta escritora estadounidense, afincada en la ciudad de los canales desde hace años.


Encuentre o no Brunetti la respuesta, nosotros ensayamos algunas, y nos hacemos unas cuantas preguntas, todas las que ha esparcido Donna Leon con su historia.
Añadir a lo dicho que se van a deleitar con los cafés, recetas de pasta y postres que Paola, la esposa de Brunetti, prepara y les aseguro que la boca se les hará agua.
La inmigración, junto a la homosexualidad, también es abordada en Pruebas falsas.
Me repito, sin embargo, sobre la común protagonista de casi todas las novelas de Donna Leon: la corrupción, en este caso en Italia, aunque si escarbamos en otros países europeos, como Holanda o Francia encontramos más de lo mismo, afirma directa e implacable, lo que ocurre es que en Italia es como más normal.


El commissario Brunetti, quien acostumbra a utilizar más la cabeza que la tecnología, a la que suma su toque cínico, (pero sin abusar), tropieza, entre comida y comida familiar, con la investigación del asesinato del senegalés, tiroteado por dos profesionales delante de las narices de un grupo de turistas americanos. A partir de ahí se siguen las reflexiones, impedimentos, órdenes superiores, comercio de diamantes, colonialismo sangriento, y la utilización del terrorismo como relleno de la denuncia envestida por Leon: Todo el subsuelo veneciano en el que se aglutina, mueve y esconde la inmigración y sus luchas por sobrevivir, más la corrupción, tema afín a toda su obra general, de los altos cargos.

(Las novelas de Donna Leon están publicadas en España por Seix Barral y Booket -edición de bolsillo-).


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A disfrutarlas que merecen la pena
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Harals Scharff (el amante de Christian Andersen)

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Nuevas Biografías de Hans Christian Andersen
Conjeturas sobre su sexualidad
Por Omar Pérez Santiago
Publicado en la Revista de Libros de El Mercurio
La Isla de Fiono es inolvidable por sus playas, sus aves migratorias, sus huertos frutales y sus jardines. El paseo incluye una visita a la ciudad de Odense -llamada así por el Dios Odín- y a la casa del gran escritor danés Hans Christian Andersen, convertida hoy en museo. En estos días, la ciudad está dispuesta para acoger a las visitas de todo el mundo que participarán en las celebraciones del bicentenario del escritor. Pero aparte de los homenajes, los turistas e invitados se encontrarán con un fuerte rumor. Hoy se encuentran en el centro del comidillo cultural los contornos difusos de la abstinencia sexual de Andersen (sus biógrafos concuerdan en que murió casto) y su presunta homosexualidad.

Hans Christian Andersen se enamoró de varias mujeres pero murió virgen, según el libro de la escritora Bente Kjoelbye, H. C. Andersen og veninderne (H. C. Andersen y sus amigas). Louise Collins, la hija de su benefactor, habría sido su primer amor. Pero Louise se casó con un abogado de nombre Lind. En 1825 Andersen pasa las fiestas de Navidad con la familia Wulff en Amalienborg, donde surge una larga amistad con Henriette Wulff. En 1858 Henriette muere ahogada en el barco "Austria" camino a Estados Unidos, junto a 485 personas.
En el verano de 1830 visita en Faaborg a su compañero de curso, Christian Voigt, hijo de un rico comerciante. Entonces se enamora de Riborg, la hermana de su amigo, pero ella no le corresponde.
La talentosa soprano sueca Jenny Lind, conocida como ''canario sueco'', llega de visita Copenhague en el año 1843 y a pesar que la joven de 23 años vive con August Bournonville, Andersen le envía flores, cartas y poemas. Tampoco es correspondido. A Andersen se le asocia además con la bailarina danesa del "Det Kongelige Teater", Anna Margrethe Schall, con quien no tuvo mejor suerte.


Jackie Wullschlager ha escrito Hans Christian Andersen: The Life of a Storyteller (H. C. Andersen: La vida de un narrador), una biografía premiada en Odense con el Premio H. C. Andersen, en la que habla con tacto sobre su supuesta homosexualidad. También se anuncia el libro de Dag Heede, Hjertebrødre. Krigen om H.C. Andersens seksualitet (Hermano de corazón. La guerra sobre la sexualidad de H.C. Andersen).
Se levanta así una conjetura que ya circulaba en Copenhague desde su muerte y es que en realidad Andersen no se habría enamorado de Louise Collins, sino de su hermano Edvard. Lo mismo habría ocurrido con Riborg Voigt. Era a su hermano Christian a quien Andersen amaba. Wullschlager dice que las cartas que Andersen envía a las mujeres están llenas de lugares comunes. Las cartas a los hombres, en cambio, eran profundamente emotivas y ardientes. Afirma, además, que a los 55 años Andersen estaba enamorado de un joven bailarín, Harald Scharff, y que todo Copenhague cuchicheaba sobre esa relación. Pero, al igual que con las mujeres, no hay confirmación de amores consumados.
Andersen murió en agosto de 1875. En el velatorio en la Catedral de Nuestra Señora de Copenhague el pueblo, encabezado por el rey, lo venera como a un héroe. Fue enterrado en el cementerio Assistans de Copenhague, junto a su dilecto amigo Edvard Collins y su esposa. En 1920, cuando el chisme sobre la relación amorosa de los dos hombres se transformó en sonora murmuración, un descendiente de los Collins se llevó sus restos a otro lugar.
Admiradores de distintas nacionalidades llegarán esta semana al cementerio Assistans a rendirle culto al inmortal fundador de los modernos cuentos infantiles, leídos por gente de todas las clases sociales y de todos los países. Un patito feo que se convirtió en cisne.
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SERGENT, Bernard
La homosexualidad en la mitología griega
Altafulla, 1986.


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La relación homosexualidad/heterosexualidad en la Grecia antigua presenta una diferencia radical respecto de nuestra sociedad. En Grecia la homosexualidad, lejos de estar condenada o marginada, era una práctica de los medios civiles más selectos. Los motivos de esta valoración deben buscarse en el simbolismo de la sociedad helénica, y particularmente en sus mitos. Efectivamente, los referentes a la pederastia son numerosos, y se multiplicaron con la generalización de la homosexualidad fuera de sus marcos institucionales originales. El estudio de los más antiguos de entre estos mitos revela, de modo absolutamente general, una estructura que muestra el sentido de esta institución original: el hombre sexualmente activo, el erasta, es siempre un maestro, divino o heroico. A él está ligado un hombre joven sexualmente pasivo, el erómeno, que es siempre un adolescente impúber; su sujeción sexual termina, precisamente, con la aparición de la pubertad y la aptitud para el matrimonio. Así pues, en la sociedad griega la homosexualidad tiene un origen iniciático cuya prehistoria puede discernirse en las prácticas y concepciones de las pruebas de iniciación de los jóvenes en los pueblos indoeuropeos primitivos.
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Uta Ranke-Heinemann
Eunucos por el reino de los cielos. Iglesia Católica y sexualidad
Trotta, Madrid, 2005.


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Un recorrido riguroso y sin concesiones a lo largo de la historia de la moral sexual católica, una historia presidida por varones célibes que no pueden ocultar su animadversión por el placer, la sexualidad y las mujeres, y que han conseguido imponer su pesimismo sexual.
Inteligible e informativo para cualquier lector, su autora, católica, catedrática de teología, formula en este libro una denuncia directa e inteligente contra las imposiciones de una moral sexual anacrónica, que arranca del comienzo del cristianismo y que se prolonga hasta nuestros días. Uta Ranke-Heinemann se enfrenta así, en este libro, a los problemas que han atormentado la conciencia de los católicos desde hace varios siglos: la anticoncepción y la planificación familiar, el aborto, la masturbación, el incesto, la homosexualidad, el celibato de los sacerdotes, el sacerdocio de la mujer, el divorcio. Un libro que asustará a algunos, pero que ayudará a muchos a entender y valorar el desarrollo de la moral sexual católica, y dar respuesta a sus conflictos.
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Adrián Melo
El amor de los muchachos. Homosexualidad y literatura
ed. Lea, Bs. As., 2005.



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¿Cuáles son las imágenes literarias de los hombres que aman a otros hombres que han perdurado en el tiempo? ¿Qué motivos, personajes y temas artísticos sirvieron para representar la vida de los que fueran nombrados en distintos momentos históricos -por discursos científicos, religiosos, médicos, literarios, periodísticos, por el saber de la época o por los propios actores sociales interesados- : “pederastas”, “afeminados”, “sodomitas”, “gamínides”, “invertidos”, “homoxesuales”, “gays”, entre otras denominaciones? ¿Qué metáforas se utilizaron para designar y simbolizar el amor entre varones en Occidente desde la Antigüedad hasta las puertas del siglo XXI? ¿De qué manera estas representaciones artísticas han dado cuenta de la imagen social del amor y el sexo entre hombres y de aquellos que lo practican, de la vida cotidiana de los mismos, de las formas de amar, pensar y sentir y de las políticas sexuales que debieron afrontar los varones amantes de otros varones? Este libro trata de éstas y otras cuestiones e historias en torno al erotismo entre varones.
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Flavio Rapisardi, Alejandro Modarelli
Fiestas, baños y exilios, los gays porteños en la última dictadura
ed. Sudamérica, Buenos Aires, 2001.


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Los gays de Buenos Aires a fines de los años setenta inventan estaciones posibles para alimentar sus goces clandestinos. Estos combatientes del deseo trazan una cartografía profana: los baños públicos y los andenes ferroviarios, en los que construyen comunidades de paso; las fiestas particulares, concebidas como un teatro del artificio; los arroyos permisivos de El Tigre e incluso un dormitorio de la comisaría de la Casa Rosada. En ese territorio común se cruzan y hasta entablan un cuerpo a cuerpo con policías, militares y muchachos de sobreactuada virilidad. A través del relato de los protagonistas y de las huellas que éstos dejaron dispersas en textos, paredes y fotografías, los autores recuperan una memoria colectiva y la convierten en una herencia para los sucesores.



Comentario de CLAUDIO ZEIGER:
Una mezcla de deseo y riesgo, de frivolidad y marginación, de ternura y terror, caracterizaron a una de las napas más secretas y menos exploradas de la vida cotidiana bajo la dictadura militar. A diferencia de otros relatos sobre la época, los avatares de los gays hacia fines de los setenta y principios de los ochenta en la Argentina producen aun hoy (cuando se los puede leer con la supuesta distancia de un mundo que definitivamente cambió) discursos sinuosos, contradictorios y en gran medida, insólitos. Las locas (como llaman los autores del libro, decididos a esgrimir políticamente un término peyorativo, a quienes dieron su testimonio) hablan acerca de sus prácticas con una honestidad brutal, una desmesura literaria y un coqueteo que no termina de extinguirse. Como diría el escritor chileno Pedro Lemebel sobre sí mismo (ver nota en página siguiente), hablan por su diferencia. Y esa diferencia, a la vez, va delimitando los distintos territorios que fueron transitados por los pasajeros del sexo gay bajo la dictadura.
Las tres partes en las que se divide el libro (las que aproximadamente se corresponden a las tres zonas mentadas en el título: las fiestas, los baños y los territorios del exilio) son las tres zonas básicas que –para los gays que pueden ser englobados bajo la categoría “minoría sexual”– operan como círculos concéntricos, que a veces se tocan y otras veces no, en esos típicos movimientos de lo que se dio en llamar una “cultura de cruces”. De eso trata Fiestas, baños y exilios: de cómo operó esa cultura de cruces (sociales, culturales y estéticos) en unos años tan poco proclives a la mezcla social y cultural.
Las primeras preguntas que pueden surgir entonces de la lectura son las siguientes: ¿qué tenían en común un habitué de los baños públicos (para tener sexo, se entiende), un plástico de iniciales FK que organizaba exóticas fiestas de disfraces, una mariquita de barrio humilde exiliado en alguna casita del conurbano harto de las detenciones y los maltratos policiales, o un sofisticado militante del Frente de Liberación Homosexual, más allá del deseo orientado hacia su propio sexo? ¿Vale igual la experiencia de un homosexual de doble apellido protegido por la familia, que el de uno ignoto y pobre? ¿Alcanza esa orientación común para agruparlos en un colectivo? ¿La experiencia de algunos, digamos, un tanto superficial, no habría ofendido a la conciencia política de otros? La conciencia de una vanguardia esclarecida que quería mezclar revolución y homosexualidad, ¿no quedaba al desnudo como un disparate mayúsculo, frente a la extrema frivolidad de la “masa” gay?
Flavio Rapisardi (escritor y coordinador del área de Estudios Queer de la Universidad de Buenos Aires) y Alejandro Modarelli (escritor y periodista) llevaron este concepto de cultura de cruces al propio entramado del libro. De hecho, Fiestas, baños y exilios no sólo es el resultado del “cruce” de visiones de dos autores sino que además es el resultado de un cruce de géneros: los testimonios y el ensayo crítico; el peinado de las teorías que reflexionan sobre las minorías sexuales (el “genre”, los gay studies, y finalmente la teoría queer, más proclive a romper el concepto de identidades y roles sexuales fijos) y la confrontación de tanta conceptualización con la experiencia de vida, de la calle, donde persisten con empecinamiento esos roles fijos y esos prototipos antiguos que se niegan a extinguirse (como el de la marica o elchongo, personajes de muchos de los relatos del libro). Deliberadamente juntaron a todos en una misma fiesta, los obligaron a mezclarse: a la loca travestida y al cuadro político, al poeta neobarroco y a la que imita divas de los años cuarenta.
http://www.pagina12.com.ar/2001/suple/L ... /nota5.htm
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Jorge Salessi
Médicos, maleantes y maricas. Higiene, criminología y homosexualidad en la construcción de la Nación Argentina
ed. Beatriz Viterbo.


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Este libro audaz y original invita a releer la literatura y la historia argentinas desde múltiples ópticas nuevas. Como punto de partida, Salessi estudia la historia de la metáfora de la nación como cuerpo y explora cómo los intelectuales argentinos, desde Echeverría hasta Ingenieros, querían sanar ese cuerpo, imponiendo un código higiénico que trataba de curar todo fenómeno que se considerara una enfermedad, desde la fiebre amarilla hasta la homosexualidad. Habiendo hurgado en archivos médicos y policiales casi nunca consultados, Salessi registra datos asombrosos que cambiarán para siempre nuestra comprensión del pasado argentino. Con esos datos por un lado y un impresionante aparato teórico por otro, Salessi ha escrito un libro que realmente merece el calificativo de pionero.

Por suerte vivimos en la era globalizada y el intercambio y aprender de otras culturas es un valor en alza.
Gracias a quien ha traido estos libro INTERESANTES!!!
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Anmistía Internacional
Rompamos el silencio. Violaciones de derechos humanos basadas en la orientación sexual, EDAI, Madrid, 1994.


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En algunas regiones del mundo, los gays, las lesbianas y los bisexuales viven con el miedo constante a la persecución de sus gobiernos, temiendo que las autoridades castiguen sus actos íntimos de amor y sus actos públicos de valor en cámaras secretas de tortura, en casas de seguridad clandestinas o en redadas nocturnas. Muchos viven bajo el continuo temor de que su vida, oculta o pública, sea aniquilada por la opresión gubernamental. En este informe, Anmistía Internacional rompe el silencio que ha encubierto la opresión de muchos seres humanos debido a su homosexualidad -un silencio que ha permitido a los gobiernos matar, torturar y arrestar arbitrariamente- y sugiere medidas para edificar un futuro diferente.

http://www.rompamoselsilencio.net/2009/

http://www.sindominio.net/laboratorio/a ... s/6dia.htm
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