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Cómo nos culturizamos

General || Actualidad y cultura, pasado y futuro, también desde el punto de vista gay.
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alfpeen
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[font=&quot]Jacques Derrida[/font]
[font=&quot]Márgenes de la filosofía[/font]
[font=&quot]Cátedra, Madrid.[/font]


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Una de las referencias centrales que nos permite abrir una genealogía sobre el margen es el texto del filósofo argelino-francés Jacques Derrida: Marges de la philosophie, publicado en París por Minuit, en el año 1972. (La primera traducción al castellano, Márgenes de la filosofía, fue realizada por Carmen González Marín y publicada en el año 1988, en Madrid por Ediciones Cátedra).
Derrida se pregunta en el primer apartado del libro titulado: Tímpano, si este texto filosófico que escribe puede convertirse en el margen de un margen. Si es así el margen pasaría a ser una reserva inagotable. Derrida nos dice que “más allá del texto filosófico, no hay un margen blanco, virgen, vacío, sino otro texto, un tejido de diferencias de fuerzas sin ningún centro de referencia presente (...)”. (J. Derrida, Márgenes de la filosofía. Madrid, Ediciones Cátedra, tercera edición, 1998, p. 30).
En la presentación del libro en castellano, la traductora introduce un apartado titulado: El margen y el texto. Allí, González Marín menciona dos cuestiones con respecto al margen: en primer lugar, la lectura deconstruccionista o deconstructiva permite dudar del hecho de que el significado del texto sea precisamente lo que se está proponiendo. Por lo tanto, llevar a cabo este tipo de lectura consiste en prestar atención a las zonas marginales o suplementarias del texto, por ejemplo, las notas al pie de página, los trabajos considerados pocos relevantes, todo aquello que queda expulsado del cuerpo central: tanto lo visible, como lo invisible. En segundo lugar, el interés por la marginalidad en Derrida, dice la autora, es una señal de la indecidibilidad acerca del espacio donde hallar la verdad, o el sentido y no meramente un deseo filológico de rastrear en lo desapercibido. No se trata de establecer una conversión de lo marginal en central, pues el centro y el margen se manifiestan en definitiva en un único territorio, el de la textualidad. (C. González Marín, Márgenes de la filosofía, tercera edición, 1998, págs. 10 y 11).
Para Belausteguigoitia, el margen se constituye en un lugar estratégico tanto de posición y de análisis, como existencial. El margen crea un espacio extra-límite que se extiende siempre en los bordes o más allá de ellos. Del margen se derivan unas lógicas propias de actuar que pueden ser asumidas como formas de resistencia. Por lo tanto el margen conforma un espacio epistemológico en el que se producen nuevas formas de identificación del margen y de lo marginal.
En los márgenes se mueve el sujeto marginal que es definido como el otro. Por ejemplo: se puede estar en los márgenes de la Academia, en los márgenes de las disciplinas o desplazarse al margen del margen (no estudiar a Virginia Woolf o a Rosario Castellanos, sino a sus criadas).
El concepto de margen en Belausteguigoitia tiene mucho que ver con el modelo deconstruccionista planteado por Derrida, pues como la lectura deconstruccionista o deconstructivista, la posicionalidad en los márgenes va creando y multiplicando otros espacios de conocimiento que no se sustituyen unos a otros, sino que se superponen o se mantienen estableciendo diferencias y lecturas múltiples.
La dinámica del margen es buscar el otro del otro. En la Academia, consiste en poder extender las disciplinas y los temas logrando conexiones con otras disciplinas o con otras perspectivas, mezclando y contaminando, como hace Belausteguigoitia, y extendiendo la teoría, o desjerarquizando y desobediendo los cánones, para obtener nuevas lecturas e interpretaciones complejas de los fenómenos.
Belausteguigoitia lee el margen como lugar de resistencia. En los márgenes se localizan los sujetos que no pueden articularse o representarse. En los márgenes se localizan también otras formas de representación, como las máscarass y las posdatas, que han sido expulsadas de los centros. De los márgenes surgen entonces un sujeto subalterno o un sujeto de la resistencia y otras formas de representación, mediadas por distintos traductores y visualizadas a través de diversas estrategias.



Gentileza: http://www.lai.fu-berlin.de/es/e-learni ... index.html



[font=&quot][/font]
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Jacques Derrida
No escribir sin luz artificial
Ediciones Cuatro

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No escribo sin luz artificial es un libro inédito de entrevistas concedidas por Jacques Derrida (1930-2004) en muy diversos países, Portugal, Italia, España, Francia, Alemania y los Estados Unidos. Es un compendio de intensas conversaciones más bien tardías, que abre definitivamente la lectura de sus libros a todo el mundo. Pues No escribo sin luz artificial, sin perder nunca densidad, es un volumen claro y atrayente e incitará seguramente a la lectura directa y pausada de sus textos.

El libro está distribuido en cuatro apartados: tras hablar en una primera parte de los instrumentos de escritura, desde la mano hasta el ordenador; aborda en segundo lugar el problema central de su lectura: la traducción como límite, la dificultad de entender y el respeto a lo ilegible, la deconstrucción en suma. La tercera sección trata ciertas formas de 'lo imposible', desde la amistad, la libertad o la democracia hasta la mentira, incluyendo un largo diálogo, de 1998, sobre el «hoy en día» político, que remite a la idea de ciudad refugio y del Parlamento Internacional de los escritores, núcleo de su Cosmopolitas de todos los países, ¡un esfuerzo más! con el que Cuatro. ediciones inició su trayectoria en 1996. La última sección, extensa del libro recoge tres conversaciones con el filósofo y escritor francés sobre las artes del espacio, en donde la arquitectura tiene un peso considerable, aunque sus respuestas alcanzan asimismo al cine o a la pintura. Al hilo de los diálogos ahora reunidos van apareciendo las grandes cuestiones de Derrida, formuladas de viva voz, porque, contrariamente al tópico más extendido sobre la primacía de la escritura, le interesaba enormemente la voz (una voz, eso sí, escrita).

Ahoral que, tras su desaparición, siguen recuperándose sus escritos, esta obra, construida gracias al apoyo directo de su autor, nos acerca al conocimiento de uno de los pensamientos más influyentes de la actualidad.

... es necesario distinguir entre el destino de la palabra «deconstrucción» o de la teoría deconstruccionista o de una sedicente escuela llamada así -que nunca existió-, y otras cosas que sin tal nombre o sin cierta referencia a la teoría se pueden desarrollar como «deconstrucción». Para mí la deconstrucción no se limita a un discurso sobre la teoría deconstructiva; según creo hay que encontrarla en marcha, en su actividad. Opera en Platón, en los Estados Mayores americanos y soviéticos, o en la crisis económica. Así pues, la verdadera deconstrucción no necesita de la deconstrucción, no necesita una teoría o un nombre.


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http://es.wikipedia.org/wiki/Jacques_Derrida
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Juan Vicente Aliaga
[font=&quot][/font][font=&quot]Bajo vientre: Representaciones de la sexualidad en la cultura y el arte contemporáneos[/font][font=&quot][/font]
[font=&quot]Valencia : Direcció General de Promoció Cultural, Museus i Belles Arts[/font]


El tema de la conferencia será la exposición La Batalla de los Géneros que se presentó entre septiembre y diciembre de 2007 en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo en Santiago de Compostela, España.

Juan Vicente Aliaga es Profesor de Teoría del Arte en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia. Curador independiente e investigador en áreas relacionadas con el Discurso de Género, Discurso Queer, Post Sexualidad y Post Género.

Autor de:
Bajo Vientre. Representaciones de la Sexualidad en la Cultura y el Arte Contemporáneos, 1997
Arte y cuestiones de género , 2004
Orden fálico. Androcentrismo y Violencia de Género en las Prácticas Artísticas del Siglo XX, 2007.


Co-autor de:
Identidad y Diferencia. Sobre la Cultura Gay en España, 1997.

LA BATALLA DE LOS GÉNEROS
http://www.cgac.org

El proyecto expositivo se presentó en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo, entre septiembre y diciembre del año 2007. En este museo se pretendió ahondar en los discursos, los debates y sobre todo las representaciones surgidas de la práctica artística que tienen como marco temporal la década de los setenta y que supusieron una tentativa de poner en tela de juicio, e incluso invalidar, la sociedad patriarcal machista.

Para conocer este período es preciso explorar una diversidad de situaciones y de contextos sociales, políticos y culturales en los que el feminismo, en sus distintas formas y variantes, fue desarrollándose, provocando un cambio de calado en las mentes y en los cuerpos. En "La Batalla de los Géneros" se muestran sobre todo producciones artísticas: fotografía, documentación de performance, video, pintura, realizadas por mujeres, ya que fueron ellas quienes sin duda se propusieron denunciar la opresión sexista, pero hay también algunas voces del sexo masculino que empezaron a hipotecar las reglas del juego de la virilidad imperante.

La muestra trata de examinar las aportaciones del feminismo en la década de los setenta que permitió dar visibilidad y sirvió de lanzamiento a una serie de planteamientos sin los cuales no se puede comprender la sociedad contemporánea.

Sin negar el carácter pionero de muchas propuestas surgidas en Estados Unidos, "La Batalla de los Géneros" va más allá y se adentra en el tema de las políticas igualitarias que emergieron en países como Francia, España (en los años de la dictadura y de la transición a la democracia), el Reino Unido o Austria, incorporando asimismo algunas figuras individuales de otras latitudes, sobre todo de Latinoamérica, pero también de África y Asia.

La exposición comienza con el material procedente de algunas de las performances e instalaciones que tuvieron lugar en Los Ángeles en 1972 bajo el impulso de Judy Chicago, Miriam Schapiro y Faith Wilding con la idea de darle una dimensión política a lo personal,el acoso sexual, el maltrato, las alienantes tareas domésticas, el deseo sexual de la mujer y concluye con la revisión de los mitos fundadores de la humanidad, con trabajos como el de Ulrike Rosenbach y sus investigaciones sobre la iconografía de Hércules o Mary Beth Edelson y su visión feminista de La Última Cena. Carolee Schneemann resucita a las deidades femeninas y Shigeko Kubota se burla del expresionismo. La desarticulación del cuerpo y la violencia sufrida por las mujeres aparecen en la obra de Mendieta y Semiha Berksoy; la correspondencia de las formas naturales con la genitalidad vaginal dan sentido a los trabajos de Monica Sjöö y Judy Chicago. Anna Bella Geiger resalta la importancia de identificarse con las formas de vida de las comunidades indígenas, mientras Cosey Fanni Tutti explora en carne propia los entresijos de la pornografía y Eleanor Antin, Ewa Partum y Sanja Ivekovic ponen en evidencia las constricciones de la belleza.
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Juan Vicente Aliaga Profesor titular de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia.Co-autor de: De amor y rabia. Acerca del arte y el Sida (1993), Identidad y diferencia. Sobre la cultura gay en España (1997), Bajo vientre. Representaciones de la sexualidad en la cultura y el arte contemporáneo (1997), Arte y cuestiones de género (2004) y De Orden fálico. Androcentrismo y violencia de género en las prácticas artísticas del siglo XX (2007).
Comisario, entre otras, de las exposiciones: Miroslaw Balka, IVAM, Valencia (1997), Pierre Molinier, IVAM, Valencia (1999), Claude Cahun, IVAM, Valencia (2001), Pepe Espaliú, MNCARS, Madrid (2003), Hannah Höch, MNCARS, Madrid (2004), Valie Export, Camden Art Centre, Londres (2004), La batalla de los géneros, CGAC, Santiago de Compostela (2007).
Ha colaborado en la concepción de la publicación Micropolíticas. Arte y cotidianidad. 2001- 1968 (EACC, Castellón, 2003); es corresponsal de la revista Artforum.


http://www.transversalia.net/index.php? ... &Itemid=47

http://books.google.es/books?id=zx2mT_a ... eos&f=true
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Cárcel de amorALGUNAS NOTAS SOBRE LO HARAM. EL CASO EGIPCIO[RIGHT][RIGHT]Juan Vicente Aliaga[/RIGHT][/RIGHT]


La relación de dominio, basada en gran medida en los intereses económicos, que ejercieron las metrópolis respecto de las colonias no ha desaparecido. Si bien se puede afirmar que vivimos en unas coordenadas poscoloniales, son muchas todavía las servidumbres y las dependencias entre los países de pujante y rentable capitalismo globalizador y los denominados, con toda la carga peyorativa, tercermundistas. En unos y otros las sujeciones debido a las desigualdades basadas en los opresivos valores y patrones de género siguen generando distintas formas de violencia. Sería injusto achacar la permanencia de la desigualdad entre hombres y mujeres a los países colonizadores, aunque tampoco se esforzaran demasiado en buscar la equiparación de derechos cuando ocupaban territorios hoy liberados. En los países que lograron la independencia, especialmente en los musulmanes, las reglas sociales y la imposición de la sharia[1] excluyen a las mujeres del ámbito público.


En muchas ocasiones las desigualdades de género carecen de canales para expresarse, o se manifiestan, paradójicamente, en la imposibilidad de producir una reflexión y de abordar cuestiones prohibidas. Los flujos migratorios y el trasvase de ideas y de culturas, en parte mediante el uso de Internet, están favoreciendo, sin embargo, que empiecen a surgir dispositivos de representación (literarias, cinematográficas, artísticas...) de esa violencia, en forma de cuestionamiento, de manifestación de la diferencia, más o menos indirecta, o de metáfora de la disensión.
En muchas ocasiones las desigualdades de género carecen de canales para expresarse, o se manifiestan, paradójicamente, en la imposibilidad de producir una reflexión y de abordar cuestiones prohibidas. Los flujos migratorios y el trasvase de ideas y de culturas, en parte mediante el uso de Internet, están favoreciendo, sin embargo, que empiecen a surgir dispositivos de representación (literarias, cinematográficas, artísticas...) de esa violencia, en forma de cuestionamiento, de manifestación de la diferencia, más o menos indirecta, o de metáfora de la disensión.
En aras de una mayor efectividad, creo preferible focalizar este texto en casos y realidades específicas y concretas, centrándome en algunos aspectos del espectro cultural y social musulmán y en el caso egipcio en particular. En este contexto, en el que el peso de la religión impide hablar abiertamente de ciertas cuestiones, a los temas prohibidos se les denomina haram. Entre éstos están el de la violencia conyugal y también el de las relaciones homosexuales.
Cualquier conocedor de la actividad artística generada en los últimos años en Egipto sabe que no resulta fácil adentrarse en ese terreno ni siquiera en una ciudad de 17 millones de habitantes como El Cairo. Las dificultades y penurias abundan (en los cibercafés las páginas de contenido religioso, político y sexual están vetadas) y los discursos artísticos están lejos de constituir una prioridad en el orbe cultural de ese país árabe gobernado por Hosni Mubarak en un claro ejercicio de dictadura encubierta. Un gobernante que mantiene espléndidas relaciones con las potencias que antaño fueron colonizadoras. Parecen lejanos los tiempos en que Nasser, con sus defectos, consiguió cohesionar al país en 1952 a favor de la independencia y la ruptura de ataduras respecto de la metrópolis británica, que a regañadientes aflojó la presión en el lucrativo control del Canal de Suez (también con intereses franceses), de ahí que podría pensarse que desde 1956 la colonización se ha desvanecido. Yo diría que ha optado más bien por maneras y vías más sutiles, como lo evidencia el control económico de la industria turística en manos de las grandes compañías británicas, francesas, norteamericanas, alemanas y holandesas.
En lo relativo a la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, la modernización nasserista y posteriormente la de Sadat –que imitó el modelo europeo– no ha dado muchos frutos y con los años la influencia del fundamentalismo ha aumentado. Según datos aportados por Al-Ahram (22-28 diciembre 2004, edición francesa)[2], “la participación de las mujeres permanece limitada: 2,4% en el Parlamento y 1% en los municipios”. En Egipto, una mujer no puede acceder al puesto de alcaldesa. En otros países árabes como Arabia Saudí, la mujer está privada del derecho al voto. Los casos de violencia conyugal se tapan y los jueces suelen proteger al marido. En otro orden de cosas, la homosexualidad está prohibida en la práctica, la policía hostiga y persigue como pudo verse en mayo de 2001 en el Caso del Queen Boat, donde se detuvo a 52 hombres homosexuales con el subterfugio de “ofensa a la moral pública” o de prostitución. Algunos de ellos fueron torturados en la comisaría. Casi cuatro años después, la situación apenas ha cambiado y la invisibilidad de gays y lesbianas, una clara forma de violencia, es notoria.


Con una situación semejante, dibujada a grandes trazos, ¿cómo se desarrollan las prácticas artísticas en Egipto? Recientemente y por iniciativa privada e independiente de la tutela del estado (los centros y museos de arte contemporáneo institucionales están chapados a la antigua y muestran generalmente pintura tradicional) han surgido algunos espacios en los que se han expuesto trabajos de mayor enjundia. Los artistas que han desarrollado parte de su actividad en ellos están en permanente contacto con las nuevas tecnologías, procedentes de países que ahora ejercen su dominio mediante vías menos palmarias. Se dan extrañas paradojas: no es extraño encontrarse en las calles de Asuán con mujeres cubiertas de la cabeza a los pies que hablan con un teléfono de tecnología punta. Fatema Mernissi piensa que la televisión por satélite ha permitido que las mujeres aparezcan como comunicadoras eficaces y con autoridad. Tal vez es cierto, pero todavía conviven con las presentadoras cosméticas de Nile TV, que proyectan una visión paradisíaca de Egipto para turistas que acuden en exclusiva a Hurghada y Sharm al Sheij.
La presencia de mujeres en el campo artístico no es infrecuente (muchas de ellas se han formado en ciudades como París y Londres) pero cuando abordan cuestiones sociales espinosas optan por un tratamiento elíptico. El temor a lo haram pesa lo suyo. En el caso de Jihan Ammar se trata de un mundo de mujeres, sin presencia masculina, retratada en la serie de fotografías Travels with Shahrzad, 2001, un viaje por el kurdistán iraní, o en la serie Arusa (Novia/muñeca) en la que el momento “trascendental” de la boda se convierte, en el marco ostentoso de un hotel internacional, en un ejemplo de cosificación. En Women, 2004, Rana el Nemr fotografía la diversidad de mujeres que toman el metro en la capital egipcia, la mezcla de elementos occidentales y musulmanes toman cuerpo en ellas. ¿Es esto un ejemplo del emborronamiento de identidades y de culturas, o de fascinación por la superficialidad occidental que no va acompañada de verdaderos cambios sociales? ¿Se trata acaso de que algunas mujeres árabes fagocitan lo peor de Occidente: el culto al dinero y a la belleza cosmética y se muestran impermeables a los derechos humanos? ¿Sucede lo mismo con los varones?
El interés por la cotidianeidad que experimentan las mujeres, en franca desigualdad, suscitó el interés de Sherif El-Azma que retrata a su propia madre en el vídeo Interview with a Housewife, 2001.[3] Siete minutos que muestran los sinsabores de una vida entregada a los demás. El estrecho espacio en que habita esta mujer mayor transmite sensación de asfixia.


En un país en el que los sectores wahabistas amenazon de muerte a Nawal El Saadawi (quien en 1972 escribió Mujeres y sexualidad y criticó la ablación del clítoris) resulta muy difícil zambullirse en los temas haram –no existen propuestas artísticas que analicen este problema en Egipto; sí lo han hecho Pratibha Parmar en Warrior Marks, 1993; Elahe Massumi en Obliteration, 1994; y Valie Export en Violation Schnitte, 2000, pero desde la “comodidad” de Occidente–. La homosexualidad, practicada a lo largo y ancho del Nilo, se omite y condena. Sin embargo, tímidamente, la denuncia de la violencia conyugal se abre paso. Lo demuestra Hassan Khan en Three Stories about Men and Women, 2001, quien utiliza el sobrio formato de una entrevista a mujeres víctimas del maltrato. No deja de resultar irónico que este artista –que estudió en la afamada American University de El Cairo (AUC), que cuenta con un número de publicaciones sobre estudios de género de envidiable interés, pero que al mismo tiempo condenó la homosexualidad al infierno de lo indecente e ilegal en el programa de estudios de 1999/2000– haya devuelto un trabajo desestabilizador a sus ambivalentes maestros en el juego de la modernidad. A caballo entre Occidente y su país, Hassan Khan (nació en Londres) devuelve a los nuevos colonizadores, con guante de terciopelo, el fruto de sus enseñanzas. ¿Cómo percibirán los cairotas, los egipcios, sus reflexiones? ¿Como un ejemplo de intrusiva mentalidad occidental? ¿Como una crítica necesaria? ¿O como el inicio de la ruptura del sacralizado haram?
Juan Vicente Aliaga es profesor de la Facultad de Bellas Artes, Universidad Politécnica de Valencia. Autor de Arte y cuestiones de género. Una travesía del siglo XX, 2004, y de Bajo vientre. Representaciones de la sexualidad en la cultura y el arte contemporáneos, 1997. Ha comisariado las exposiciones: Pepe Espaliú, MNCARS, Madrid, 2003; Micropolíticas. Arte y cotidianidad. 2001-1968, EACC, Castelló, 2003; Hannah Höch, MNCARS, Madrid, 2004; Valie Export, Camden Arts Centre, Londres, 2004 Corresponsal de Artforum.


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Juan Vicente Aliaga
Orden fálico. Androcentrismo y violencia de género en las prácticas artísticas del siglo XX
Akal


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Las cuestiones de género han sido dejadas de lado en la historia del arte hegemónica. A lo largo de las décadas, los estudiosos del arte, apoyándose en visiones y perspectivas aparentemente carentes de ideología, han ignorado la cultural visual en la que se representa la feminidad y la masculinidad, y las reglas coercitivas que a menudo se derivan de ella. En el presente ensayo se propone una relectura crítica y transversal de la modernidad, de las vanguardias, del arte de factura convencional y realista, y también de las distintas opciones estéticas que ofrece el arte contemporáneo. Todo ello centrado en la influencia de las normas de género, en la violencia simbólica y real que producen, y en el peso excluyente del androcentrismo machista. En este sentido, y dado el carácter estructural del género, el propósito de este libro es diseccionar el componente político y social que impregna las distintas corrientes estéticas canónicas (Futurismo, Dadaísmo, Surrealismo, Abstracción̷) , incluido el arte utilizado como propaganda (en el nazismo, el estalinismo, el franquismo̷) , y, además, analizar las formas de resistencia que han adoptado en el siglo XX distintas prácticas artísticas, como el arte cuestionador de contenido feminista o las manifestaciones poscoloniales.


http://books.google.es/books?id=V36uxTF ... &q=&f=true
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Paseador de perros
Sergio Galarza
Alfaguara

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Esta es la historia de un tour de force por las calles de Madrid y su periferia, una novela sobre aquello que no se ve en las postales turísticas, el relato de una vida contaminada por el odio y la desesperanza. Pero también hay lugar para otros sentimientos. Y para la música. Sergio Galarza rescata del anonimato las tragedias y los placeres de una ciudad que tiene mucho que contar, desde Malasaña hasta Coslada, desde Alcorcón hasta La Moraleja.

El narrador, un joven inmigrante, viaja en metro y en autobús de un lado a otro para llegar a tiempo a su trabajo: pasea perros. Así sobrevive. Parece un oficio sencillo, pero el desamor y la sensación de esclavitud del que trabaja de lunes a domingo, lo hacen tan vulnerable y frágil como lo son, por otros motivos, algunos de los personajes con los que se cruza: un anciano con un mapache enjaulado, una mujer adicta a la autoayuda y aterrada por su rostro, un matrimonio que espera su final y, sobre todo, perros, de todas las razas y tamaños.

Sergio Galarza reflexiona sobre los cambios que se han producido en las grandes ciudades tras la llegada masiva de nuevos vecinos de otras latitudes. La suya no es una visión “políticamente correcta”, pero se acerca a la verdad que se respira en las calles. Paseador de perros es la primera novela de lo que Galarza ha llamado su “Trilogía Madrileña”.


Sergio Galarza Puente nació en Lima en 1976. Estudió Derecho pero nunca ejerció dicha profesión. Trabajó en una universidad, fue redactor de noticias para un canal de televisión y editor de cultura para una revista. Su primer libro de cuentos es Matacabros y el último La soledad de los aviones. El reportaje Los Rolling Stones en Perú, coescrito con Cucho Peñaloza, fue reeditado en España por la editorial Periférica (2007). Vive en el barrio de Malasaña, Madrid. Colabora con las revistas Room y Letras Libres. Los domingos se transforma en un mediocentro rabioso en una liga amateur de fútbol. Y trabaja en una librería donde se permite la entrada a los perros. Le gustan las camisas de leñador.


Sergio Galarza Puente nació en Lima en 1976. Estudió Derecho pero nunca ejerció dicha profesión. Trabajó en una universidad, fue redactor de noticias para un canal de televisión y editor de cultura para una revista. Su primer libro de cuentos es Matacabros y el último La soledad de los aviones. El reportaje Los Rolling Stones en Perú, coescrito con Cucho Peñaloza, fue reeditado el 2007 en España por la editorial Periférica. Vive en el barrio de Malasaña, Madrid. Colabora con las revistas Ling, Room y Letras Libres, juega al fútbol en una liga amateur y trabaja en una librería donde se permite la entrada a los perros.


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http://amoresbizarros.blogspot.com/2007 ... larza.html
http://editorialperiferica.blogspot.com ... n-abc.html
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Lowboy
John Wray
Anagrama


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Will Heller, también conocido como Lowboy, tiene dieciséis años, la apariencia de un ángel y las maneras turbulentas de la adolescencia. Se mueve por el metro de Nueva York como un hermoso minotauro en su laberinto. Pero Lowboy también es un esquizofrénico paranoico. Y una mañana, el chico, que ha dejado de tomar sus medicinas, se fuga del psiquiátrico, y vuelve al mundo para salvarlo. Porque Lowboy está convencido de que la tierra está siendo destruida por el cambio climático, y sabe, como saben los paranoicos, que para salvar el planeta debe enfriar su propio cuerpo. Entretanto, Violet, su madre, y Ali Lateef, un detective de la policía, le buscan. Y el detective, para encontrarlo, intenta descifrar ese raro puzzle que componen Lowboy, Violet y el mundo. «Un thriller inteligente, estremecedor y profundamente original» (Izzy Grinspan, Time Out); «Una novela espléndida, meticulosamente construida, con un argumento y un ritmo perfectos, implacables» (The New York Times Book Review); «John Wray muy pronto ocupará el sitio que le corresponde junto a los grandes clásicos americanos» (Andrew Ervin, The Miami Herald).


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A disfrutarlo si os gustó la novela "El guardián entre el centeno"
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Ésto es todo por ahora.
Nos vamos de vacaciones

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FELIZ NAVIDAD

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Las bibliotecas de Dédalo
Enis Batur
Errata Naturae


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El libro, cualquier libro, es una máquina sorprendente. Estira la memoria de un individuo hasta hacerla coincidir con la de la gran masa de los congéneres que le rodean, guarda detalles de personas, objetos, ciudades y bosques que desaparecieron sin dejar traza en el aire, interroga a quien se le aproxima haciéndole reparar en esos rincones de sombra que rodean toda vida y que hasta el momento sólo había observado de soslayo. Si la muleta es la extensión de nuestro muslo y el telescopio un ojo elevado al cuadrado, el libro significa el aumento artificial de la imaginación y de la memoria humanas: un miembro ortopédico que nos ayuda a desenvolvernos en el mundo impidiéndonos tropezar. Por eso la biblioteca (o la Biblioteca, tal y como la mayúscula Enis Batur, para distinguir el modelo impresionante y platónico de las colecciones domésticas de los aficionados a los libros) es una imagen, o un símbolo, que no deja de excitar continuamente la fantasía de artistas e intelectuales. La Biblioteca, donde cabe todo el saber, todas las mentiras, y los sueños, y las sospechas, y los desmentidos, es un trasunto del propio universo. Y, como el universo, caudalosa e indescifrable: nadie sabe cuántos volúmenes contiene, qué orden respetan dichos volúmenes, quién los colocó ahí, dónde comienzan o terminan, para qué.
A lo largo de su existencia, todo bibliófilo intenta, con mejor o peor fortuna, alcanzar un atisbo de esa Biblioteca monstruosa montando una pequeña maqueta en casa. Es lo que también hizo Enis Batur, escritor turco, autor de Las bibliotecas de Dédalo, una obra laberíntica y obsesiva, igual que el tema que trata de abordar: por qué hay ciertas personas que dedican su vida a coleccionar o perseguir libros, por qué hay libros que salvan la vida de ciertas personas. El bibliófilo (o bibliópata) busca compulsivamente el olor a papel viejo de las librerías de lance y se demora recogiendo el polvo de las estanterías con las yemas de los dedos. Visita con ojos aturdidos las grandes colecciones donde los lomos se aúpan unos sobre otros como los bloques de un zigurat, la British Library, la Nationale, la Marziana, la del Congreso, y registra sin miramientos ni educación los estantes del salón en cuanto entra en casa de un desconocido que, por azares del trabajo o la vecindad, le ha invitado a cenar. La bibliofilia, la bibliotecofilia, son afecciones extrañas que Enis Batur comparte con otros muchos extraviados (Alberto Manguel, Luis Alberto de Cuenca, Borges, Robert Burton, Montaigne, Aby Warburg, Mario Praz, yo mismo) pero en la que sólo él se detuvo a pensar cuando un suceso aciago le dejó la vida a oscuras de repente: su biblioteca personal se incendió, como la del protagonista de Canetti, una tarde de verano.
En capítulos breves que asemejan entradas de un diario o conversaciones entrecortadas con la posteridad o con el olvido (que son lo mismo), Batur indaga en los principales síntomas de esta enfermedad de papel y cuero. La Biblioteca que le obsesiona, el prototipo en el que las menores y cotidianas se reflejan indirectamente como rostros en gotas de agua, es un edificio inacabable, diseñado por Étienne-Louis Boullée, con pasillos como los de las fábulas de Kafka y las escaleras entrecruzadas que ilustran los delirios de Piranesi. Todo lo que se ha escrito está en esa Biblioteca, que le amenaza noche tras noche con el peso de lo que está a punto de olvidar, o peor, de lo que no leerá jamás, porque es imposible leerlo todo: «Soy lector —admite en el capítulo 12—, por lo tanto soy mortal». La Biblioteca es un símbolo que nos inquieta con la misma fuerza que el del laberinto, o el del universo que comienza al otro lado de nuestra córnea y nuestros dedos. Biblioteca, laberinto, universo constituyen tres facetas de lo mismo: un lugar extraño que aparentemente guarda una estructura o un sentido, pero por el que no cesamos de vagar en busca de un centro. Por eso aprovisionarse de libros y colocarlos en el mueble de casa siguiendo una pauta cierta tiene algo de hilo de Ariadna que nos consuela y nos redime; la vida puede habernos traicionado y haberse burlado de nosotros en las bifurcaciones, pero tenemos los libros: ahí hay un orden. Ernst Cassirer definió la biblioteca de Aby Warburg, que no estaba organizada sobre ningún esquema aparente, no como una colección de libros, sino como una colección de problemas. «Cassirer comprendió que la biblioteca Warburg era ‘un laberinto’ —anota Enis Batur en el capítulo 19—. O huyen de él, o serán sus prisioneros durante años. Nunca se me había ocurrido pensar seriamente que una buena biblioteca pudiera ser cualquier otra cosa».
el mundo es amplio y la diversidad humana también, conócelos:abrazoamarillo:
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