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Cómo nos culturizamos

General || Actualidad y cultura, pasado y futuro, también desde el punto de vista gay.
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alfpeen
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Alberto Mira

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http://es.wikipedia.org/wiki/Alberto_Mira

Para entendernos: Diccionario de cultura homosexual, gay y lésbica
Ed. De la Tempestad

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Primer diccionario hispánico de cultura homosexual, gay y lésbica que con cerca de mil entradas nos describe y valora las manifestaciones básicas de la creación cultural homosexual, internacional e hispánica a través de los siglos.

http://autores.universogay.com/albertomira.html
http://archivo.dosmanzanas.com/index.php/archives/1106
http://www.rtve.es/mediateca/audios/200 ... 2981.shtml
http://www.narrativagay.com/2009/09/alberto-mira.html


Miradas insumisas: Gays y lesbianas en el cine
Eagles


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Este libro no trata sobre el cine de gays y lesbianas “evidente”, aquel cuyo argumento se basa en la homosexualidad de alguno de sus protagonistas y en el que se plasma su sexualidad de manera abierta y sin tapujos. Miradas insumisas va un poco más allá de las evidencias y nos descubre esos personajes, esas historias, esas secuencias (algunas históricas) en las que subyace una carga homosexual que tal vez puede pasar inadvertida para las miradas heterosexuales, pero que han alimentado durante décadas los ojos de homosexuales y lesbianas, ávidos de verse reflejados en la pantalla grande.
Así se elabora un completísimo estudio sobre aquellas películas, actores, directores, secuencias y argumentos que permitían a los homosexuales de otros tiempos menos permisivos y no tan lejanos, sentirse reflejados en el cine aunque fuera a base de esconder la mayor parte de su características y dejar a la vista, tal vez, lo menos importante de su humanidad, pero que les servía para hacerse de alguna manera visibles para ellos mismos y su propia comunidad y dejar entrever su realidad al resto de la sociedad.
Y todo ello gracias a la pericia narrativa de aquellos que querían contar su verdad sin ser llevados al patíbulo, que elaboraron un código diferente para salvar la censura, código que no se somete al imaginario tradicional y que nos llega hasta nuestros días en las obras de Almodóvar, Ventura Pons, Todd Haynes, etc…
Un necesario estudio que con sólidos argumentos saca a la luz verdades y realidades que tal vez para nosotros continúen indefinidamente escondidas si no nos decidimos a leer este interesante libro y a revisar después las obras analizadas, que adquirirán un nuevo e interesante significado a través de nuestra recién adquirida mirada insumisa.






el mundo es amplio y la diversidad humana también, conócelos:abrazoamarillo:
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alfpeen
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Ruven Afanador

http://es.wikipedia.org/wiki/Ruven_Afanador

http://www.elpais.com/articulo/andaluci ... pand_4/Tes

Afanador es un fotógrafo colombiano con un gran prestigio profesional. Sus fotografías se muestran en las más importantes galerías de arte de todo el mundo. En Sevilla tienen la suerte de poder comtemplar su obra en la misma calle. Os dejo el link a la entrada del blog Trianarts donde pinchando en la fotografía que aparece en ella podréis disfutar de una obra que no os dejará impasible y que os recomiendo ver. Sus modelos, particularmente, me recuerdan a los personajes tan extraños que aparecían en las películas de Fellini – en este caso no eran profesionales del cine – él los recogía de las calles y los mostraba como actores o actrices

http://blogvecindad.com/fotografia-de-r ... 2009/10/28

http://www.elespectador.com/publicacion ... n-afanador

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alfpeen
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Colette: a la santidad por el exceso


Me imagino a Bataille junto al lecho donde agoniza Colette Peignot: frotándose compulsivamente las manos, el rostro desencajado, la mirada huidiza, la boca con un rictus que aúna angustia y aprensión... En la cabecera de la cama la madre y la hermana intentan convencerla para que recupere la fe católica. Allí también se encuentran Michel Leiris y el doctor Marcel Moré como testigos del drama. Colette, bajo los efectos de la morfina, padece frecuentes alucinaciones e insulta en ocasiones a Bataille. La muerte al acecho reclama su presa. Expirará el 7 de noviembre de 1938. Contaba 35 años. Será enterrada —tumba sin lápida, fecha ni inscripción alguna— en el cementerio de Fourqueaux, cercano al bosque de Saint-Nom-la-Bretèche, donde los miembros de Acéphale celebraban sus ritos neopaganos (ella se había ofrecido como la víctima humana a sacrificar al dios sin cabeza).
Bataille encontrará entre las pertenencias de Colette un cuaderno y una carpeta con diversos manuscritos. Ayudado por Michel Leiris, ponen orden en los papeles, descifran los borradores —redactados con una letra confusa y repletos de tachaduras— y con el epígrafe de Ecrits de Laure se los entregan a J.J. Pauvert para su edición. La mayoría de esos escritos (poemas, borradores o copias de su correspondencia, fragmentos de relatos eróticos, crónicas de su viaje a España...) fueron redactados en los últimos meses de su vida y firmados como Laura. Es una escritura acerada, obsesiva, lancinante; una suerte de testamento o recapitulación de lo que ha sido su existencia. Pero lo que funda la leyenda de Colette no son sus escritos (tributarios, en gran medida, de las ideas de Bataille), sino la influencia que ejerce entre sus allegados y la aciaga deriva de su existencia.
En Histoire d'une petite fille (texto autobiográfico posiblemente redactado tras su crisis depresiva en 1934 y por consejo de su psiquiatra Adrien Borel), Colette narra su infancia marcada por la muerte de su padre y tres de sus tíos en la Gran Guerra, el desengaño religioso ocasionado por los abusos sexuales de su preceptor, el padre Marcel Pératè, sus quebrantos físicos causados por la tuberculosis, la angustia que la consumía, su ansia por encontrarse a sí misma... Durante un tiempo, introducida por su hermano Charles, frecuenta a la alta sociedad parisina. En una de las selectas cenas que organiza su cuñada y confidente Suzanne, en el verano de 1925, conocerá a Jean Bernier, un prestigioso intelectual de izquierdas, bien relacionado con los surrealistas y alma mater de la prestigiosa revista Clartés. Colette queda fascinada por Bernier y sus ideas socialistas, que prometen un mundo nuevo opuesto a la decadente e hipócrita sociedad burguesa. Será su primer amante. Como en ocasiones posteriores, sin medida ni precauciones, dará rienda suelta a su pasión. "Quiero beber tu sangre en tu boca", le escribe. Ese ardor y esa entrega satisfacen a Bernier, pero éste ama el cuerpo de otra mujer. Colette, desesperanzada y deprimida, intenta suicidarse. El acto fallido le abre los ojos: su amor deviene decepción y ruptura. En enero de 1927, ante nuevos síntomas de su enfermedad, decide retirarse por un tiempo a los Pirineos. Al empeorar su salud se traslada a un sanatorio en Leysen (Suiza). Allí conoce a Edouard Trautner, hombre maduro y mundano, vinculado a los expresionistas y a la izquierda radical alemana, y autor del ensayo Gott, Gegewart und Kokaïne (Dios, el mundo actual y la cocaína). Colette abandona el sanatorio para vivir en Berlín, desde abril de 1928 hasta septiembre, una experiencia perversa. Bataille en Vida de Laura escribirá al respecto: "Trautner le hizo llevar collares de perro, le ponía la correa, le hacía estar a cuatro patas y la golpeaba con una fusta como a una perra. [...] Un día le dio a Laura un bocadillo en cuyo interior había extendido su propia mierda." Al parecer Trautner la había convencido de que la mejor manera de superar sus demonios íntimos (sentimiento de sacrificio, fascinación por la muerte, abjuración de los valores burgueses, proclividad lasciva) consistía en sublimarlos mediante una práctica de humillación masoquista. Obviamente, la terapia no funcionó.
Al volver a París, Colette se relaciona con el Circulo Comunista dirigido por Boris Souvarine. Decide viajar a Rusia —entre agosto de 1930 y enero de 1931— para observar directamente los logros y virtudes del socialismo. Allí toma contacto con Victor Serge, conoce a Ella Maillart y se hace amante de Boris Pilniak. Tras una breve estancia en un balneario de Sotchi en el Mar Negro, convencerá a Pilniak para que la acompañe a un koljov. Las duras condiciones climáticas y las carencias en la colectividad campesina empeorarán su afección tuberculosa. Pide ayuda a su hermano, quien la repatría a Francia. En ese regreso hubo entre ellos una tentación incestuosa. Collette se lo confiará a Bataille como una muestra más de lo que ella consideraba su "alma sucia". Después de ese suceso, según cuenta Bataille, ella se entregará sexualmente a desconocidos en vagones de tren.
En 1931 se unirá a Boris Souvarine, quien la trata con delicadeza, la instruye en el socialismo, la protege y tutela; ejerce más de padre que de amante. Colabora activamente en las tareas de la redacción de Critique Sociale (además de sufragarla con el dinero de su herencia), donde conocerá a destacados intelectuales: Pierrer Kaan, Charles Rosen, Michel Leiris, Raymond Queneau, Lucien Laurant, Simone Weil, Georges Bataille... Parece que sus actividades en la revista y la rutina conyugal han aplacado sus desasosiegos. Sin embargo, esa falsa calma se romperá inesperadamente. En julio de 1934 Souvarine y Colette emprenden un viaje al Tirol austriaco. En medio del trayecto abandona a su compañero y se reúne subrepticiamente con Bataille en Trento. Cuando Colette regresa a París, su mala conciencia por la infidelidad se agrava con los reproches y el victimismo de Souvarine. Ello le ocasiona una profunda crisis depresiva con tendencias suicidas. Por mediación del Dr. Weil (padre de Simone), es ingresada en la clínica Jeranne d'Arc en Saint-Mandé. Allí permanecerá como secuestrada —por su familia y Souvarine— durante un tiempo. La convivencia con el egregio comunista —más formal que afectiva— durará hasta otoño de 1935. A partir de esa fecha cohabitará con Bataille, manteniendo una paradójica relación: por un lado, comparte los ambientes y proyectos intelectuales de Bataille (Contre-Attaque, Collège de Sociologie, Acéphale); por otro, se sumerge en el vértigo lúbrico de su amante (incluso acompañándole en sus borracheras, visitas a burdeles y locales de strip-tease). Colette, víctima de sí misma y de los hombres a los que amó, asume esa vida de ebriedad y disipación como si fuera un acto sacrificial. Leiris la definió como la "santa abismada", dado que buscaba la pureza ética mediante la abyección (como el personaje de Dirty en la novela El azul del cielo de Bataille). ¿Hasta qué punto presentir la muerte que anidaba en su cuerpo condicionó su vértigo vivencial, sus angustias y anhelos, sus urgencias y pasiones? ¿En qué medida todos aquellos que han contribuido a su leyenda escribiendo sobre Colette —especialmente Bataille y Bernier— lo han hecho en su propio beneficio mistificando su memoria? .


2007

http://www.filosofia.buap.mx/Graffylia/1/71.pdf
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Colette, la escritura de los sentidos 1
Brigitte LEGUEN
Departamento de Filología Francesa UNED


En este trabajo se analiza la permanente relación de la palabra poética de la escritora francesa
Colette con los cinco sentidos, vividos y transmitidos de una manera voluptuosa e íntima.


Colette... [...] croyez-moi, c´est un arcane dont l´étude est interdite à la plupart des contemporains ! On y trouve des beautés de premier ordre qui ne sont rien d´autre que d´émouvants frissons de la chair.
(“Colette, créanme, es un arcano cuyo estudio resulta inalcanzable a la mayoría de nuestros contemporáneos. Se encuentran bellezas de primer orden que no son más que conmovedores escalofríos de la carne&#8221 ;)
(GUILLAUME APOLLINAIRE, La littérature féminine, 1909)

Colette es una escritora del siglo XX, aunque educada en la Francia decimonónica (nace en 1873 y muere en 1954); su obra, difícil de clasificar, marcó la literatura
francesa de un sello muy particular. Ha sido objeto de violentas críticas y de grandes elogios. Las críticas fueron dirigidas esencialmente hacia episodios de su vida que se consideraron en su momento como escandalosos. Sin embargo, recibió al final de su vida un reconocimiento unánime por parte de la sociedad y del mundo literario francés. Su obra completa está publicada en la prestigiosa colección de La Pléiade en cuatro tomos (los textos citados en este artículo proceden de esta misma
edición).
Todos los estudiosos de la obra de Colette coinciden en considerar que crea un estilo propio partiendo de una experiencia de vida singular completamente alejada de los movimientos feministas y de cualquier escuela o corriente literaria. Es probablemente esta actitud tan absolutamente libre e incluso libertaria la que pone tantos obstáculos a la primera etapa de su vida de escritora. Sin embargo importantes autores como Proust o Mauriac (sorprendentemente opuestos desde muy diversos puntos de vista) no dudaron en colocarla entre los grandes escritores de su tiempo.

PRIMERA PARTE
Una de las funciones de la Literatura es facilitar el acceso a la comprensión del mundo, y en particular el acceso a la parte no visible, no objetiva de la realidad o de las realidades que nos rodean. Jan Patocka, autor de un libro titulado L´écrivain, son objet (el autor y su objeto), define el papel del escritor como el revelador primero, original, del entramado de los sentidos de la vida…el administrador original de la totalidad de la vida y de la totalidad universal” resumiendo, nos dice que el escritor se hace cargo del sentido del mundo más allá de los sentidos.
En un texto literario todo piensa y todo nos devuelve al mundo y a nosotros mismos en medio del mundo. Hablar de sensualidad, de la sensualidad de un texto, no nos condiciona, no nos limita a la superficialidad de las cosas, al mero disfrute de la sensación, a lo efímero de la sensación, a la fragilidad del instante. Cada sensación descrita, cada sentido invocado es producto del lenguaje, es fruto de la premeditación, de la búsqueda y de la elección de las palabras adecuadas para llegar al resultado deseado. Hablar de la obra de Colette es hablar de la intencionalidad de los sentidos, de su realidad literaria, de la calidad formal de la obra (esta calidad que tanto fascinaba a Proust).
Al principio del siglo XX dos autores como Colette y Proust cultivan el lenguaje de la sensación, cada uno de un modo muy diferente, con una intencionalidad muy diferente. Sin embargo existe una conciencia común que podríamos denominar la gourmandise phonétique o sea la “glotonería fonética”, el gusto por ciertas palabras, por su musicalidad, por los estados que despierta, por su poder evocativo e invocativo.
Dice Colette en La vagabonde (Pléiade.1.1084) “para mí tal palabra me basta para recrear el olor, el color de las horas vividas, es sonora y llena de misterio como una concha en la que canta el mar” (pour moi, tel mot suffit à recréer l´odeur, la couleur des heures vécues, il est sonore et plein et mystérieux comme une coquille où chante la mer...).
Pero que la comparación con la concha no nos lleve a engaño ni infantilice la percepción y la elaboración del texto. Colette busca prioritariamente el detalle real, la exactitud verbal, la precisión del término, en particular en cuestiones de botánica: busca nombres de plantas, flores, mariposas, gatos, perros y toda clase de animales
menos los pájaros que por algún misterioso motivo le hacen desconfiar.
Su aprendizaje le viene de lejos, de la infancia, de su madre Sido que le enseña a buscar la palabra justa y a llamar a las cosas por su nombre.
Desde niña le fascinan los vocablos desconocidos que utiliza sin saber y que elige por su sonoridad, sus características fonéticas, como por ejemplo la anécdota acerca de la palabra “presbytère”, una palabra que descubre a los ocho años y que pasea por la vida como un trofeo, arrojándola a los paseantes como si fuera un hechizo.
De su padre hereda el gusto por los vinos y los alimentos más diversos; su obra está repleta de los sabores más refinados, de la voluptuosidad de los olores, de las texturas. Le gustan los sabores fuertes de la región de la Borgoña pero muestra curiosidad por todos los lugares que descubre y en los que veranea o se instala por algún tiempo: Bretaña y en la época de la madurez el sur de Francia que descubre tardíamente de la mano de Maurice Goudeket. En cada lugar elogia los productos y la
gastronomía que descubre y saborea: el ajo crudo, los chocolates, el cordero, los
platos lentamente guisados, las salsas, los festines bucólicos. Colette se deleita en el placer oral con jubilación insolente. Dice “de dónde me viene este gusto violento por las bodas rústicas? Qué antepasado me legó esta especie de religión del conejo salteado, de la pierna de cordero con ajos, del huevo escalfado al vino tinto, servido dentro del pajar adornado con sábanas de lino crudo salpicado por el rojo de la rosa de junio.” (Pl. II, p. 1010).

“D’où me vient ce goût violent du repas des noces campagnardes? Quel ancêtre me légua, à travers des parents si frugaux, cette sorte de religion du lapin sauté, du gigot à l´ail, de l´oeuf mollet au vin rouge, le tout servi entre des murs de grange nappés de draps écrus où la rose rouge de juin, épinglée, resplandit?…”

Esta aptitud y esta pasión forman parte del arte de vivir francés y responde incluso a una cierta obsesión cultural. Recordemos el lugar que ocupan en Francia los grandes cocineros como por ejemplo Brillat-Savarin y la multitud de escritores que se interesan por la vida de los fogones: dos ejemplos famosos son Alejandro Dumas padre y George Sand en el siglo XIX. Llama poderosamente la atención el obsesivo interés de los viajeros románticos franceses describiendo los alimentos en España, como lo hicieron Mérimée o Théophile Gautier...
Esta obsesión está muy estrechamente asociada a la sensualidad y a una cierta visión erótica que se traslada también al cine contemporáneo. En el caso concreto de Colette esta pasión tan constante inspiró cantidad de obras, y de libros de cocina que recogen recetas de la escritora (como por ejemplo el libro de Marie-Christine et Didier Clément, autores de Colette gourmande, Albin Michel, 1990).
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Colette, la escritura de los sentidos 2

En su obra las descripciones de festines varios son muy frecuentes y nos podemos detener a título de ejemplo en una merienda pantagruélica de la niñez, a base de pan negro, pepinillo en vinagre, panceta ahumada y sidra (en “Puériculture”, en Prisons et Paradis, Pl.,III, p.728); o en la descripción de la voluptuosa cocción de la trufa en el vino blanco, con sal y pimienta y algunos tropezones de panceta entreverada (“Rites”, en Prisons et Paradis, Pl. III, p. 732)
Junto con la necesidad permanente de catar los vinos, manjares y palabras está el olfato que la escritora considera como el más “aristocrático” de los sentidos mientras
que el gusto le parece “el más salvaje”. Los olores le permiten recuperar la memoria y revivir sensaciones de la infancia. En mes apprentissages recuerda el olor del tabaco, el gas de la lámpara, el olor a tinta y a cerveza una noche en el salón (Pl. III, p. 1012). Los olores le devuelven la presencia del padre junto con los objetos que le rodeaban” un pequeño bastón de cera verde que olía ligeramente a incienso”...
El oído también contribuye en revivir sensaciones. Para ella, escuchar es una labor intelectual que requiere un esfuerzo de todo el cuerpo; dice:
“Escuchar, es un esfuerzo que envejece el rostro, agarrota los músculos del cuello,
endurece los párpados a fuerza de mantener la mirada fija en aquel que habla…es una especie de libertinaje aplicado... pero no basta con escuchar, hay que traducir,
alcanzar el sentido secreto de una sarta de palabras sin brillo... ” (Le pur et l´impur,
PL. III, pp. 579-580)

“Ecouter, c´est une application qui vieillit le visage, courbature les muscles du cou, et roidit les paupières à force de tenir les yeux fixés sur celui qui parle… C´est une sorte de débauche studieuse… Non seulement l´écouter, mais le traduire… Hausser jusqu´à son sens secret une litanie de mots ternes, et l´acrimonie jusqu´à la douleur, jusqu´à la sauvage envie…”

La musicalidad de las palabras hechiza y electriza. Colette practica la sinestesia y la sinergia osea que juega con la acción combinada de varios órganos y con la percepción simultánea: oír lo visible, tocar el olor, saborear el sonido, etc.
Alude al sonido de la lluvia y dice: “El sonido sedoso de la lluvia acaricia los cristales y la garganta del canelón solloza como una paloma…” (“Le premier feu”, en Dialogues de bêtes, Pl. II, p. 36)
“Le bruit soyeux de la pluie caresse les vitres et la gorge de la gouttière sanglote
comme un pigeon.”
Mientras que en los sonidos se deposita la memoria nostálgica de los objetos visibles:
“Aquel llanto espeso a lo largo de un tronco es la agonía de un abeto muy viejo
que la hiedra pacientemente mató” (ibid., p.35).
“Ce pleur épais au long d´une bûche, c´est l´agonie d´un très ancien sapin, que
le lierre patient a tué.”

La mirada de todos modos es el órgano del deseo por excelencia., el que convierte la realidad en imágenes y hace posible el primer acercamiento para ir luego más allá, vagabundeando por los sentidos: Dice: “Hago algo más que ver el tulipán agitarse: oigo el iris abrirse...” (“Fleurs”, en Aventures quotidiennes, PL. III, p. 95).
“Je fais mieux que de voir la tulipe reprendre ses sens: j´entends l´iris éclore. Sa dernière soie protectrice crisse et se fend au long d´un doigt d´azur, tout à l´heure
déroulé lui-même… ”

Recordemos la frase del pintor Delacroix, “ce qu´il y a de plus réel pour moi, ce sont les illusions que je crée avec ma peinture. Le reste est un sable mouvant” (las ilusiones son sin duda lo que me resulta más real, lo que pinto y lo que invento con mi pintura. El resto no es más que arena movediza.)
Es hora de hablar de la metáfora en Colette. No transfigura la realidad sino que al revés, busca la más íntima realidad y busca por encima de todo la visibilidad de lo que metaforiza.
Estamos muy lejos de la metáfora surrealista que procede por paulatina diseminación de ondas oníricas y obliga al lector a ensanchar más y más los límites de su mundo posible. Recordar por ejemplo el poema de André Breton Union Libre: “ma femme à la chevelure de feu de bois/ ma femme à la langue d´hostie poignardée..» Colette coge el universo conocido y lo decapa; parte de lo conocido y añade nuevas capas de sensación; pero en su visibilidad más brillante procura alcanzar una aleación entre los cinco sentidos:
Mediodía: “saltamontes que sierran en menudas virutas la canícula”
La siesta: “abre en el centro incandescente del día un fresco abismo”...
Una nube pasa delante de la luna decreciente: “agarrada al disco recortado como
el pez à una loncha de fruta mordida”
El aparato de riego: “erguido sobre su único pie, abre su cola de pavo real blanco
bardado de un inestable arco iris.”

Pero tanta habilidad verbal trae consigo una pregunta:¿porqué tanta necesidad de reproducir la sensualidad, porqué tal necesitad de expresar el deseo de ver, sentir y sobre todo de alcanzar la plenitud de tal deseo?
Se ha reprochado a Colette la relación exhibicionista entre escritura y vida, una vida considerada como escandalosa en aquel momento de la sociedad francesa y es de subrayar que, a menudo, la opinión de la crítica (entonces eran casi todos críticos)
insistió más en las anécdotas atrevidas de su vida, dejando en un segundo lugar su obra y su trabajo sobre el lenguaje.
Existen varios motivos por los que esta obra desarrolla con tal profusión, con tal derroche de detalles, la expresión exacerbada de todos los sentidos.
— En primer lugar una auténtica tradición cultural de “terruño francés”: pensemos en Rabelais, o en George Sand; Colette es una escritora muy de su tierra, de su país, de su cultura de origen.

— Existe por otra parte en esta obra un culto a la vida en su nacimiento, en su despuntar, en ese breve instante, en esa fugitiva escena, en la que la naturaleza se metamorfosea para alcanzar un nuevo estado; la escena del primer encuentro entre el personaje y los signos de la vida.
— Esta obsesión de los principios, esta visión mítica de los orígenes, de los principios limpios y nuevos de la vida, responde a su vez a una necesidad imperiosa de captar la vida bajo todos sus disfraces y de luchar contra la muerte de la que no quiere oír el nombre.
— Su antídoto contra la muerte, su remedio para conseguir un renacer permanente está en la escritura. Dice a este propósito Julia Kristeva:

“Cependant cette femme exerce l´art des mots non pas comme une rhétorique, comme une pure forme, encore moins comme un message d´idées. Si elle pense en écrivant, c´est que cette pensée écrite est immédiatement une nouvelle vie qui lui procure, au-delà d´un nouveau moi et d´un nouveau corps, une véritable osmose avec l´Être. Son écriture sensuelle, gustative, et sonore, parfumée et tactile, est une pensée qui s´est faite chair: Colette n´invente pas une forme littéraire, elle construit un alphabet du monde sensible en brodant et en mangeant le tissu du français.” (Kristeva, p. 561.)
“Sin embargo, esta mujer se ejerce en el arte de las palabras no tanto como parte de una retórica, una pura forma, menos como un mensaje de ideas. Si piensa escribiendo, es para que este pensamiento escrito se convierta inmediatamente en una nueva vida que le lleva, más allá de un nuevo “yo” y de un nuevo cuerpo, a una verdadera ósmosis con el Ser. Su escritura sensual, gustativa, y sonora, perfumada y táctil es un pensamiento que se encarna: Colette no inventa una forma literaria sino que construye un alfabeto del mundo sensible bordando y comiendo el tejido del francés.”

En un libro siempre actual y enriquecedor, Jean-Pierre Richard subraya la dificultad que experimenta el escritor Marcel Proust para acceder a la sensación en su plenitud, convirtiéndola en una realidad. Habla el crítico de “materia prohibida”; existe casi siempre (aunque no siempre) un deseo del deseo que no queda nunca saciado y resuelto en La Recherche, mientras que en Colette el deseo se sacia a través de una doble vía: por medio de la escritura que aparece como un permanente “renacer” y por la vía del deseo saciado en el imaginario con una persistencia que nunca desfallece; Colette no teme la inmediatez voluptuosa y la escritura es una incitación más hacia la voluptuosidad, mientras que Proust describe la dificultad de alcanzar el objeto de su deseo y de obtener la reciprocidad de este deseo oculto.

Ya decía Paul Valéry en una frase muy citada que “le plus profond de l´homme était sa peau” la piel es lo más profundo del hombre, en la medida en la que es en ella y solamente en ella que la profundidad soñada podrá aflorar y expresarse. Pero Proust se queda en el borde, en la superficie, en los márgenes, en la capa más epidérmica del ser. El amarillo color huevo de los botones de oro no puede derivar (dice) hacia una veleidad de degustación, y el placer es de superficie causado solamente por la vista; producen lo que Proust denomina una “inútil belleza”! (J-P.Richard, p. 38) Mientras que Colette busca y encuentra la corporeidad de las cosas y alcanza siempre algo tangible y placentero. En un texto, Sido, cuenta cómo paseando encuentra dos riachuelos y los prueba:

“Je revenais à la cloche de la première messe. Mais pas avant d´avoir mangé mon saoul, pas avant d´avoir, dans le bois, décrit un grand circuit de chien qui chasse seul, et goûté l´eau de deux sources perdues, que je révérais. L´une se haussait hors de la terre par une convulsion cristalline, une sorte de sanglot, et traçait elle-même son lit sableux. Elle se décourageait aussitôt née et replongeait sous la terre. L´autre source, presque invisible, froissait l´herbe comme un serpent, s´étalait secrète au centre d´un pré où des narcisses, fleuris en ronde, attestaient seuls sa présence. La première avait goût de feuille de chêne, la seconde de fer et de tige de jacinthe… Rien qu´à parler d´elles, je souhaite que leur saveur m´emplisse la bouche au moment de tout finir, et que j´emporte, avec moi, cette gorgée imaginaire.” (Sido, Pl. III p. 502)


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Colette, la escritura de los sentidos 3

Pasea por los bosques y devora la naturaleza, prueba los manantiales que saben a hoja de encina, a hierro y tallo de jacinto. La sensación es real y también deseada y recordada; existe una perfecta yuxtaposición entre el sorbo literal y el sorbo imaginario; el cuerpo almacena y la cabeza inmortaliza el instante… se lleva el sabor y se lleva la sensación.
La escritora celebra todos los placeres y recuerda cómo su padre le inicia a la
embriaguez dándole a los tres años una copa de vino fuerte y dorado, el “muscat de Frontignan”. Esta primera embriaguez iniciática es el punto de arranque de otras muchas y de todas las demás (“vins”, “la treille muscate”, in Prisons et Paradis, Pl.III, p.691. En esta experiencia narrada, como en otras muchas, no hay temor, no hay tan siquiera duplicidad o duda ante la manifestación de los sentidos. Allí está probablemente el motivo por el que tachan de obscena o de perversa esta obra en la medida en la que no existe nunca una actitud moral, una sensación del bien o del mal, algún temor ante la mirada del otro o de los otros. Todo tiene lugar de la forma más directa desde el punto de vista psicológico.

Para concluir este breve paseo por la sensualidad coletiana, me remitiré a su último texto titulado Le fanal bleu. Alude precisamente al desfallecimiento de los sentidos, a la pérdida del oído, a la debilitación de las fuerzas. Desde su cama recuerda en un especie de diario de su vida las últimas cenas con amigos, sus reuniones con los miembros del premio Goncourt, las piedras preciosas que le enseña su amigo el joyero, las visitas de sus amigos con sus perros. En su último texto hace el balance de sus sentidos lesionados y se pregunta acerca de la escritura ¿podrá renunciar a escribir? Toma conciencia de sus limitaciones y entiende que su único renacer está en el hecho de seguir escribiendo como siempre hasta el final. En este último texto se puede percibir hasta qué punto la vida en su latido más visceral está yuxtapuesta a la escritura, al hábito ya irrefrenable de seguir hasta el final:

“Or, si je suis immobile ce soir, je ne suis pas sans dessein, puisqu´en moi bouge, –outre cette douleur torse, en grosse vis de pressoir– un sévice bien moins familier que la douleur, une insurrection qu´au cours de ma longue vie j´ai plusieurs fois niée, puis déjouée, finalement acceptée, car écrire ne conduit qu´à écrire. Avec humilité je vais écrire encore. Il n´y a pas d´autre sort pour moi”…
“Si estoy inmóvil esta noche, no lo estoy sin propósito, ya que dentro de mí algo se
mueve– al margen del dolor profundo... un sufrimiento menos habitual, un sublevamiento que negué varias veces a lo largo de mi vida, y que finalmente asumí, ya que escribir sólo conduce a escribir más. Escribiré aún con humildad, ya que no tengo otra suerte...”

Quiero terminar esta breve intervención subrayando la fuerza de la relación entre la vida y la escritura en la obra coletiana. El acto de escribir está vivido como una
auténtica respiración, y al final como el último aliento y el último sentido que la autora puede todavía encontrar en aquella vida ya tan vulnerable.


BIBLIOGRAFÍA
L’ABCdaire de Colette (2000), Guy Ducrey, Flammarion.
DEL CASTILLO, Michel (1999), Colette, une certaine France, Stock, París.
GOUDEKET, Maurice (1956), Près de Colette, Flammarion, París.
KRISTEVA, Julia (2002), Le génie féminin, tomo 3, Fayard, París.
LOTTMAN, Herbert (1990), Colette, Fayard, París.
SARDE, Michèle (1978), Colette, libre et entravée, Stock.
PICHOIS, Claude, y BRUNEL, Alain (1999), Colette, Ed. de Fallois, París.


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Marta Gil Lacruz y Juanjo Cáceres
CUERPOS QUE HABLAN. Género, Identidades, y representaciones sociales
Montesinos
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Cuerpos que hablan es un trabajo colectivo que pretende aunar una visión crítica y aplicada de la manera de entender el cuerpo, con sus representaciones sociales y la influencia social en la definición de género y de identidad social. Es mediante la investigación del cuerpo y del género desde una perspectiva histórica e interdisciplinar que podremos entender y valorar la evolución de las percepciones y comportamientos tanto individuales como colectivos en nuestra identidad y su contextualización espacial, social, cultural y temporal. También es esta una forma privilegiada de adentrarse en un sinfín de cuestiones: los hábitos alimentarios actuales, las consecuencias de los procesos migratorios, la publicidad, los medios de comunicación y los trastornos del comportamiento alimentario son algunas de las tratadas en este libro en relación con el cuerpo, lo que nos da una idea de las numerosas dimensiones sociales sobre las que sus significados se desarrollan.


http://books.google.es/books?id=ntcaPLC ... ano&f=true



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KULAWIK, KRZYSZTOF
TRAVESTISMO LINGÜÍSTICO. EL ENMASCARAMIENTO DE LA IDENTIDAD SEXUAL EN LA NARRATIVA LATINOAMERICANA NEOBARROCA
Iberoamericana

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Identidades sexuales ambiguas aparecen como personajes travestis y andróginos en las novelas y cuentos de cuatro autores contemporáneos: Severo Sarduy, Diamela Eltit, Osvaldo Lamborghini e Hilda Hilst. Los sujetos transgresivos se presentan por medio de un lenguaje exuberante y formas narrativas experimentales. Este ´enmascaramiento´ de la sexualidad con recursos lingüísticos es común para estos cuatro autores de distintas partes de Latinoamérica. El análisis textual aborda sus textos narrativos desde una perspectiva semántica, estilística y crítico-cultural para explicar la relación que existe entre la suntuosa elaboración lingüística y la simuladora presencia de sujetos que transgreden el binarismo heterosexual de lo masculino y lo femenino. Asimismo, se abren nuevos espacios teóricos para una reconceptualización de la identidad cultural latinoamericana en el marco de la narrativa neobarroca.

http://books.google.es/books?id=tiRgDrM ... &q=&f=true
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[font=&quot]http://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=232061[/font][font=&quot]IDENTIDAD Y DIFERENCIA: sobre la cultura gay en España[/font][font=&quot][/font]
[font=&quot]Juan Vicente Aliaga, José Miguel G. Cortés[/font]
[font=&quot]Editorial Gay y Lesbiana[/font]


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Múltiples son las transformaciones producidas en nuestro país desde la instauración de la democracia. La presencia de la homosexualidad en todos los ámbitos públicos (prensa, literatura, cine, arte, televisión...) y cotidianos de la sociedad (en el trabajo, en la calle, en la convivencia diaria...) es un hecho cada vez más palpable.
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[font=&quot]Javier Sáez,
[/font]
[font=&quot]Teoría queer y psicoanálisis[/font]
[font=&quot]Ed. Síntesis, Madrid, 2004.[/font]


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  • Si te dicen que KY: queers y lacanianos en España.
  • Historia del movimiento “homosexual-gay-queer”
  • La homofobia del psicoanálisis
  • La mujer no-toda

4.1.[font=&quot] [/font]Algunos conceptos clave: goce, real, objeto a, falo.
4.2.[font=&quot] [/font]Lo femenino como excepción
4.3.[font=&quot] [/font]El goce femenino

  • El contexto post-estructuralista: Foucault, Deleuze-Guattari, Derrida

5.1.[font=&quot] [/font]Lacan y el estructuralismo
5.2.[font=&quot] [/font]Foucault: microfísica del poder
5.3.[font=&quot] [/font]El Antiedipo de Deleuze y Guattari
5.4.[font=&quot] [/font]Derrida: deconstrucción, différance, suplemento y performativo

  • El feminismo lesbiano

6.1.[font=&quot] [/font]Monique Wittig
6.2.[font=&quot] [/font]Gayle Rubin
6.3.[font=&quot] [/font]Adrienne Rich

  • La teoría queer

7.1.[font=&quot] [/font]Sobre el término teoría
7.2.[font=&quot] [/font]Algunos puntos centrales de la teoría queer

  • Una masculinidad sin hombres
  • Queer y Lacan

9.1.[font=&quot] [/font]Sexualidad y sentido
9.2.[font=&quot] [/font]La crítica queer del falo lacaniano
9.3.[font=&quot] [/font]El psicoanálisis y la política
9.4.[font=&quot] [/font]Bodies that matter
9.5.[font=&quot] [/font]Cuerpos sexuados vs. queerpos sexuados
9.6.[font=&quot] [/font]El tacón de Aquiles: la “cuestión homosexual”
Bibliografía


¿Es la teoría queer el tacón de Aquiles del psicoanálisis, “eso” de lo que no se quiere saber nada? ¿Es la obra de Lacan un paradigma heterocentrado, o plantea nuevas líneas de fuga para disolver la esperanza de un sujeto completo y la presunta armonía entre los sexos? ¿Cuáles son los desafíos actuales de la teoría queer y de su práctica política?

El presente libro es una aportación crítica a los estudios queer y al psicoanálisis. Presenta una introducción histórica y epistemológica a la teoría queer, y a los trabajos realizados en España en los últimos años en este campo. Dado que dicha teoría se ha construido desde sus inicios en un debate permanente con/contra la teoría psicoanalítica (Butler, de Lauretis, Rubin, Wittig), en el libro se trazan los mapas de este debate, sus posibles conexiones, sus incompatibilidades, y sus malentendidos. Asimismo, en el libro se pone de relieve la capacidad subversiva del psicoanálisis a través de la obra de Jacques Lacan en lo referente a las formas de la subjetividad y a las identidades sexuales.[font=&quot][/font]
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