.
Las Cruzadas han sido mencionadas últimamente en las noticias. El ex-presidente Bush cometió un error al referirse a la guerra en contra del terrorismo como una “cruzada”, y fue muy criticado por pronunciar esta palabra ofensiva e hiriente para el mundo musulmán. Si es tan hiriente, ¿porque será que los musulmanes la usan tan constantemente?. Osama bin Laden y Mullah Omar repetidamente se referían a los norteamericanos como los “cruzados” y a la guerra actual como “una cruzada en contra del Islam”. Durante décadas los norteamericanos han sido denominados “cruzados” o “vaqueros” entre los árabes del Oriente Medio. Es evidente que las cruzadas están muy en boga en el mundo musulmán.
Tampoco han sido olvidadas en Occidente. En realidad, a pesar de las muchas diferencias entre oriente y occidente, la mayoría de las personas de ambas culturas coinciden en las ideas acerca de las Cruzadas. Es comúnmente aceptado que las Cruzadas representan una mancha en la historia de la civilización occidental en general, y de la Iglesia católica en particular. Cualquier persona ansiosa de atacar al catolicismo no demorará demasiado en sacar el tema de las Cruzadas y la Inquisición. Las Cruzadas son frecuentemente usadas como el clásico ejemplo de la maldad de la religión organizada. Un hombre común y corriente en una calle de Nueva York o en el Cairo, coincidirán en que las Cruzadas constituyeron un ataque tramposo, cínico e improvocado llevado a cabo por fanáticos religiosos en contra de los pacíficos, prósperos y refinados musulmanes.
Pero no siempre fué así. Durante la Edad Media cualquier cristiano europeo creía que las Cruzadas constituían un acto de máximo bien. Incluso los musulmanes respetaron los ideales de las Cruzadas y la piedad de los hombres que pelearon en ésta. Pero esta concepción cambió con la Reforma Protestante. Para Martín Lutero, que ya había desechado las doctrinas de la autoridad papal y las indulgencias, las Cruzadas no eran más que una maniobra de poder y avidez papal. De hecho, argumentó que combatir a los musulmanes significaba combatir a Cristo mismo, ya que fué Cristo quien envió a los turcos para que castigaran a los cristianos, debido a sus faltas. Cuando el sultán Suleiman el Magnífico y sus ejércitos invadieron Austria, Lutero cambió de opinión acerca de la necesidad de combatirlos, pero continuó condenando a las Cruzadas. Durante los dos siglos posteriores, las personas tendieron a ver las Cruzadas bajo un lente confesional: los protestantes las demonizaban, mientras que los Católicos las exaltaban. En cuanto a Suleiman y sus sucesores, se alegraron de haberse librado de ellos.
Fué en la Ilustración del siglo XVIII cuando nació el actual punto de vista de las Cruzadas. La mayoría de los filósofos, como Voltaire, creían que la cristiandad medieval fué una vil superstición. Para ellos, las Cruzadas fueron una migración de bárbaros guiados por el fanatismo, la avaricia y la lascivia. Desde entonces, el punto de vista de la Ilustración ha estado de moda una y otra vez.
Las Cruzadas recibieron buena prensa como guerras de la nobleza que fueron (aunque no religiosas) durante el periodo Romántico y a principios del siglo XX. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, la opinión se volvió decisivamente en contra de las Cruzadas, debido a Hitler, Mussolini y Stalin, los historiadores consideraron desagradable cualquier ideología de la guerra. Este sentimiento fué expresado por sir Steven Runciman en su obra, Una Historia de las Cruzadas (1951-54). Para Runciman, las Cruzadas fueron moralmente repugnantes, actos de intolerancia en el nombre de Dios. El hombre medieval que tomó la cruz y marchó hacia el Medio Oriente era cínicamente malvado, un avaricioso rapaz o ingenuo y crédulo. Esta historia, maravillosamente escrita, pronto se convirtió en un clásico. Casi sin ayuda, Runciman definió el punto de vista popular moderno de las Cruzadas.
Desde la década de 1970, las Cruzadas han atraído a muchos estudiosos que meticulosamente la han examinado. Aunque los frutos de esas décadas de estudio han tardado en permear en la mente popular. En parte es culpa de los historiadores, quienes tienden a publicar sus estudios en un lenguaje poco accesible para los que no pertenecen a la academia. Pero es también debido a una clara renuencia entre las modernas élites a abandonar la visión de las Cruzadas de Runciman. Y así, los libros modernos que tratan sobre las Cruzadas, deseando, después de todo, ser populares, tienden a copiar a Runciman. Lo mismo ocurre con otros medios, como los documentales en la televisión. Las Cruzadas (1995), producida por la BBC/A&E, estelarizada por Terry Jones aprovechando su fama por su participación en Monty Python (programa de comedia), para darle a éste un aire de autoridad, los productores lo integraron a un grupo de distinguidos historiadores sobre la Cruzadas, quienes dieron su punto de vista sobre los acontecimientos. El asunto fue, que los historiadores no coincidían con la ideas de Runciman, no hubo problema, los productores simplemente editaron las entrevistas grabadas, de una manera suficientemente astuta como para que los historiadores parecieran estar de acuerdo con las ideas de Runciman. El profesor Jonathan Riley-Smith vehementemente me dijo: “¡Me hicieron ver diciendo cosas increíbles!”
Entonces, ¿cuál es la verdadera historia de las Cruzadas?, como se podrán imaginar, ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero hay buenas versiones, escritas en los últimos veinte años, bastante comprensibles. Por el momento, dado el aluvión de cobertura que se está haciendo hoy en día de las Cruzadas, tal vez sería mejor considerar sólo lo que las Cruzadas no fueron. Aquí, entonces, están algunos de los mitos más comunes y por qué están equivocados.
.
Las Cruzadas han sido mencionadas últimamente en las noticias. El ex-presidente Bush cometió un error al referirse a la guerra en contra del terrorismo como una “cruzada”, y fue muy criticado por pronunciar esta palabra ofensiva e hiriente para el mundo musulmán. Si es tan hiriente, ¿porque será que los musulmanes la usan tan constantemente?. Osama bin Laden y Mullah Omar repetidamente se referían a los norteamericanos como los “cruzados” y a la guerra actual como “una cruzada en contra del Islam”. Durante décadas los norteamericanos han sido denominados “cruzados” o “vaqueros” entre los árabes del Oriente Medio. Es evidente que las cruzadas están muy en boga en el mundo musulmán.
Tampoco han sido olvidadas en Occidente. En realidad, a pesar de las muchas diferencias entre oriente y occidente, la mayoría de las personas de ambas culturas coinciden en las ideas acerca de las Cruzadas. Es comúnmente aceptado que las Cruzadas representan una mancha en la historia de la civilización occidental en general, y de la Iglesia católica en particular. Cualquier persona ansiosa de atacar al catolicismo no demorará demasiado en sacar el tema de las Cruzadas y la Inquisición. Las Cruzadas son frecuentemente usadas como el clásico ejemplo de la maldad de la religión organizada. Un hombre común y corriente en una calle de Nueva York o en el Cairo, coincidirán en que las Cruzadas constituyeron un ataque tramposo, cínico e improvocado llevado a cabo por fanáticos religiosos en contra de los pacíficos, prósperos y refinados musulmanes.
Pero no siempre fué así. Durante la Edad Media cualquier cristiano europeo creía que las Cruzadas constituían un acto de máximo bien. Incluso los musulmanes respetaron los ideales de las Cruzadas y la piedad de los hombres que pelearon en ésta. Pero esta concepción cambió con la Reforma Protestante. Para Martín Lutero, que ya había desechado las doctrinas de la autoridad papal y las indulgencias, las Cruzadas no eran más que una maniobra de poder y avidez papal. De hecho, argumentó que combatir a los musulmanes significaba combatir a Cristo mismo, ya que fué Cristo quien envió a los turcos para que castigaran a los cristianos, debido a sus faltas. Cuando el sultán Suleiman el Magnífico y sus ejércitos invadieron Austria, Lutero cambió de opinión acerca de la necesidad de combatirlos, pero continuó condenando a las Cruzadas. Durante los dos siglos posteriores, las personas tendieron a ver las Cruzadas bajo un lente confesional: los protestantes las demonizaban, mientras que los Católicos las exaltaban. En cuanto a Suleiman y sus sucesores, se alegraron de haberse librado de ellos.
Fué en la Ilustración del siglo XVIII cuando nació el actual punto de vista de las Cruzadas. La mayoría de los filósofos, como Voltaire, creían que la cristiandad medieval fué una vil superstición. Para ellos, las Cruzadas fueron una migración de bárbaros guiados por el fanatismo, la avaricia y la lascivia. Desde entonces, el punto de vista de la Ilustración ha estado de moda una y otra vez.
Las Cruzadas recibieron buena prensa como guerras de la nobleza que fueron (aunque no religiosas) durante el periodo Romántico y a principios del siglo XX. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, la opinión se volvió decisivamente en contra de las Cruzadas, debido a Hitler, Mussolini y Stalin, los historiadores consideraron desagradable cualquier ideología de la guerra. Este sentimiento fué expresado por sir Steven Runciman en su obra, Una Historia de las Cruzadas (1951-54). Para Runciman, las Cruzadas fueron moralmente repugnantes, actos de intolerancia en el nombre de Dios. El hombre medieval que tomó la cruz y marchó hacia el Medio Oriente era cínicamente malvado, un avaricioso rapaz o ingenuo y crédulo. Esta historia, maravillosamente escrita, pronto se convirtió en un clásico. Casi sin ayuda, Runciman definió el punto de vista popular moderno de las Cruzadas.
Desde la década de 1970, las Cruzadas han atraído a muchos estudiosos que meticulosamente la han examinado. Aunque los frutos de esas décadas de estudio han tardado en permear en la mente popular. En parte es culpa de los historiadores, quienes tienden a publicar sus estudios en un lenguaje poco accesible para los que no pertenecen a la academia. Pero es también debido a una clara renuencia entre las modernas élites a abandonar la visión de las Cruzadas de Runciman. Y así, los libros modernos que tratan sobre las Cruzadas, deseando, después de todo, ser populares, tienden a copiar a Runciman. Lo mismo ocurre con otros medios, como los documentales en la televisión. Las Cruzadas (1995), producida por la BBC/A&E, estelarizada por Terry Jones aprovechando su fama por su participación en Monty Python (programa de comedia), para darle a éste un aire de autoridad, los productores lo integraron a un grupo de distinguidos historiadores sobre la Cruzadas, quienes dieron su punto de vista sobre los acontecimientos. El asunto fue, que los historiadores no coincidían con la ideas de Runciman, no hubo problema, los productores simplemente editaron las entrevistas grabadas, de una manera suficientemente astuta como para que los historiadores parecieran estar de acuerdo con las ideas de Runciman. El profesor Jonathan Riley-Smith vehementemente me dijo: “¡Me hicieron ver diciendo cosas increíbles!”
Entonces, ¿cuál es la verdadera historia de las Cruzadas?, como se podrán imaginar, ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero hay buenas versiones, escritas en los últimos veinte años, bastante comprensibles. Por el momento, dado el aluvión de cobertura que se está haciendo hoy en día de las Cruzadas, tal vez sería mejor considerar sólo lo que las Cruzadas no fueron. Aquí, entonces, están algunos de los mitos más comunes y por qué están equivocados.
.