Idamante escribió:Me quedo perplejo ante esta pregunta. ¿Qué sería de la vida en sociedad si cada cual hiciera lo que estimara oportuno, sólo porque es así su naturaleza? Supongo, pero puedo estar equivocado, que será mejor que todos busquemos potenciar en nosotros los valores positivos para la convivencia sana y refrenar un poco aquellos rasgos menos propicios para dicha convivencia. ¿O preferimos que este mundo sea infierno mayor?
Jajaja, amigo (permítemelo, por favor)
Idamante, ¿qué ocurriría si cada cual hiciera NO lo que estimara oportuno, no me malinterpretes, sino lo que le dicta su voz interior, su corazón? Personalmente, creo desde lo más profundo de mi ser que si así fuera, si el ser humano dejara de escuchar las voces externas que le piden que sea de determinada manera, que trabaje en determinado puesto, que vista de determinada forma, que coma determinada comida, que se vacune en determinado momento, que pague determinados impuestos y vote a determinadas personas... -me quedo sin aliento- personalmente creo que llegaríamos a la última revolución posible en la historia de la humanidad: la revolución interior. Sin escuchar más que nuestra voz interior, no podríamos hacer otra cosa más que respetarnos a nosotros mismos y, por ende, respetar a los demás de igual modo, y no de la manera falsa e hipócrita que se estila hoy día en nuestras sociedades (no en todas, pero sí en las occidentales, de manera generalizada).
¿Es esto una defensa para aquél que elige ser criminal y lo alega diciendo que se lo dice su voz interior? Puede ser... en todo caso, sería la misma defensa que para aquel que pretende ir de santo y buscar nada más que lo positivo y la bondad en su vida: una tremenda mentira.
Somos seres humanos. Nadie nos pide que seamos perfectos salvo nosotros mismos. Y ser perfecto es IMPOSIBLE, nunca se llegará a esa meta, pues cada vez que pensemos que estamos más cerca de alcanzarla, nuevos límites para la perfección nos serán establecidos, y así
ad infinitum...
¿Qué nos queda, entonces? ¿Estamos condenados a la maldad, a una búsqueda infructuosa de la bondad absoluta? Nos queda el camino del medio, como dicen los budistas: el del equilibrio. Reconocer que no somos perfectos según los modelos impuestos, sino que la perfección YA existe y está en nuestro interior. Que la esconden los falsos mitos sociales que nos creemos y, sobre todo, el ego magnificado y los miedos que dominan nuestra vida. Queda el enorme trabajo de pelarnos esas capas como si fueramos una cebolla y quedarnos desnudos, con el corazón en la mano. Ahí, y nada más que ahí, está la VERDAD del ser humano, por mucho que queramos esconderla: somos buenos, y somos malos, y está bien que sea así. No neguemos nuestra parte perversa: asumámosla, y podremos convivir con ella sin que nos domine. No magnifiquemos nuestro lado positivo: bajémoslo a la Tierra, y podremos dejar de vivir una mentira.
Maximoo escribió:Bueno, pués en ese caso, ocurrirá como en el de la familia en la que el padre por alguna razón se enfada con su hijo,y reniega de él como tal, pero el hijo sabe que su padre siempre seguirá siendo su padre. En este caso puede que la Iglesia Católica me considere pecador por el hecho de ser homosexual y no digno por ello de llamarme Católico, pero yo sabré que la Iglesia siempre será mi madre, a pesar de que juzgue equivocado su criterio en este caso.
Para empezar, no sabemos si Fabio McNamara ha renunciado a su vida sexual como homosexual. La Iglesia Católica NO te considera pecador por nacer homosexual (pues eres hijo de Dios y por algo Dios quiere que seas homosexual), lo que condena como pecado es la práctica de la homosexualidad.
Y ahí entra cada uno, para elegir libremente si se considera pecador o no. Las reglas está marcadas: tú eliges respetarlas, o no.
¿Que la Iglesia siempre te amará, como una madre? Bueno, personalmente lo dudo, pero démosle un voto de confianza y creamos que lo que aseguran es cierto: te amará, como ama a los ateos, a los creyentes de otras religiones, o al resto de almas pecadoras.