Maximoo escribió:Es que precísamente la esencia de casi todas las religiones está en intentar encontrar dentro de cada cual ese ser superior y espiritual que llamamos Dios, Jehova, Alá, Devas, etc.... El propósito de las religiones es acercar al hombre a Dios, elevándole de su mera condición humana. Pero no se, lo que propones tú es una religión casi particular de la que desconozco su cuerpo y estructura. Para ilustrame algo más explícame por favor: ¿Cuales son tus conceptos sobre el bien o el mal? ¿Que creencias tienes sobre la vida tras la muerte? ¿crees que el universo es pura física o tiene algo que ver con un ente primario origen de todo y generador de cualquier dinámica que acontece en el universo?
Sí, el origen de la religion es la búsqueda espiritual y el contacto de la divinidad con el ser humano. Pero a lo largo de los siglos se ha desvirtuado y pervertido tanto que hoy día las religiones adolecen todas de los mismos defectos: avaricia, sed de poder, riqueza y control sobre los seres humanos, lo que a mis ojos las hace a todas ser una y la misma, a pesar de defender ideas diferentes de Dios.
Creo que el error es considerar a Dios como una idea externa al ser humano. Al hacerlo divino y perfecto lo convierten en inalcanzable a ojos de las personas que vivimos entre nuestros errores y aciertos diarios, y de eso se sirven las religiones orquestadas para controlar a sus fieles. Por eso sus preceptos son limitadores e intimadores, porque al vender la idea de que al pecar se irán al infierno, a los pecadores no les queda más remedio que ponerse en las manos de sus "salvadores" para poder alcanzar los cielos prometidos. Creo, sin embargo, que esa idea del cielo es falsa.
Si te interesa, Maximoo, saber en qué creo, te lo diré (intentaré resumirlo, porque tengo la terrible tendencia a irme por las ramas): creo que el ser humano es de esencia divina. Creo que no somos tan solo materia sino que somos también mente y espíritu, y que el correcto equilibrio entre estas tres dimensiones es la meta final de todo ser humano si quiere llegar a trascender. Creo que existe un "Dios", pero no un dios paternalista, misericorde o vengador. Creo que Dios, como entidad, es absolutamente neutro, es decir, está totalmente lleno de amor. Creo que es una forma absoluta de energía que lo abarca y comprende todo y que, por tanto, nosotros también somos Dios, y en esa dualidad divinidad-individuo, tenemos plena libertad para experimentar todo aquello que deseemos experimentar: una verdad física y corpórea, inmaterial, pura energía... Todo aquello que deseemos o necesitemos experimentar. Y que eso lo elegimos libremente, día a día.
Creo que llegamos a este mundo porque hemos elegido llegar a él. NO por una determinada ley kármica, sino porque libremente, una vez desprendidos del cuerpo físico que alberga nuestra alma, elegimos volver a este u otro mundo para aprender las lecciones que nos quedaron pendientes en la vida anterior. Y en esa rueda estamos hasta que tenemos bastante. Creo que lo principal es escuchar al corazón, no a la mente. El corazón, a pesar de que su mensaje aterre a veces, siempre tiene razón y nos lleva por el camino del aprendizaje que nos es más necesario.
Creo, por tanto, que como esencia vital y energética, el ser individual tiene la posibilidad de trascender este estado de la materia y elevarse a diferentes dimensiones, alcanzando por último el origen primero, es decir: integrarse con esa naturaleza llamada "Dios".
No creo que exista nada capaz de ser etiquetado como "bueno" ni como "malo" pues como tal, todas las cosas las elegimos para nuestra vida por la lección que podemos aprender de ellas. No creo que exista un cielo ni un infierno, sino un equilibrio. No creo, entonces, en la idea del pecado, porque la naturaleza divina de cada persona considera necesaria para ella todo acontecimiento sucedido en su vida, y espera aprender la lección derivada de ello.
Creo que el mayor error del ser humano es alejarse de esa naturaleza divina, que nos aporta respeto y amor sobre todos los demás, y una mayor compresión sobre nosotros mismos. Si hacemos caso de la idea de ese Dios creador/castigador que nos quieren vender diversas religiones, estamos considerando a Dios como algo ajeno a nosotros, y por tanto inalcanzable. Nos estamos poniendo por debajo de él/ella/ello, nos consideramos inferiores, indignos -en todas sus infinitas variaciones- y nos negamos por tanto la posibilidad de crecer.
No creo que exista una persona por encima de otra, pues nuestra naturaleza es la misma en todos los casos. La única diferencia puede estar en la consciencia de cada uno sobre sí mismo, pero creo que una persona consciente de su naturaleza divina jamás se otorgaría la capacidad de juzgar o perdonar a otra persona. No creo en la idea del perdón. Perdonar a alguien significa considerar que ha cometido algo erróneo, es ponerse por encima del otro moralmente, y no creo que eso sea posible. Por tanto, la idea de la confesión, de la contricción o de la bula papal me parecen precisamente eso, unos bulos. No creo en el propósito de enmienda (eso responde a un prejuicio sobre uno mismo) sino en las lecciones aprendidas.
Por eso creo que existe una gran diferencia entre una persona religiosa y una persona espiritual, sin menospreciar a ninguna de las dos. La persona religiosa considera a Dios como algo ajeno a ella e intenta acercarse a la divinidad siguiendo una serie de normas o preceptos establecidos por otras personas como ella (y por tanto con la misma capacidad para establecer normas y preceptos). La persona espiritual busca dentro de ella misma, pues sabe que la respuesta será exactamente la misma que fuera, y por tanto establece sus propias normas respetando siempre sus propios límites. Si la intención es crecer, como seres humanos hemos de ir superando poco a poco los diferentes límites que nos hemos impuesto por el camino (sociales, familiares, personales...), y por tanto hay que respetar esos límites hasta que se esté preparado para dar el siguiente paso y superarlos.