• Publi Juicy Invitados
  • Publi Juicy Todos

Carta al Papa de un nazi

Religión, mitología y espagueti con albóndigas
Reglas del Foro
Avatar de Usuario
Lithmenel
AprendiX
AprendiX
Mensajes: 204
Registrado: 02 Ago 2007 15:50
Agradecido: 0
Agradecimiento recibido: 0
Mi posición frente a esta carta es neutral, no apoyo a ninguno de los dos bandos que se vieron involucrados en la II Guerra Mundial, solo quiero que conozcan la otra cara de la moneda, ya que la Historia la escribe el vencedor.


CARTA AL PAPA - LEÓN DEGRELLE

[RIGHT]En el exilio, a 20 de mayo de 1979[/RIGHT]


A SU SANTIDAD EL PAPA JUAN PABLO II

CIUDAD DEL VATICANO


Muy Santo Padre:

Yo soy León Degrelle, el Jefe del Rexismo belga, antes de la segunda Guerra Mundial, y durante
esta, el Comandante de los Voluntarios belgas del Frente del Este, luchando en la 28 división de
la Waffen SS "Wallonie". Ciertamente esto no es una recomendación a los ojos de la gente. Pero
yo soy católico como usted y me creo, por este hecho, autorizado a escribiros, como a un
hermano en la fe.
He aquí de qué se trata: la prensa anuncia que con motivo de vuestro próximo viaje a Polonia
entre el 2 y el 12 de Junio de 1979, S.S va a concelebrar la misa con todos los obispos polacos en
el antiguo campo de concentración de Auschwitz. Yo encuentro, os lo digo de antemano, muy
edificante que se rece por los muertos, sean cuales sean y donde sea, incluso delante de unos
hornos crematorios flamantes, de ladrillos refractarios inmaculados.
Pero me asaltan ciertas aprensiones, a pesar de todo. S.S, es polaca. Esta condición aparece sin
cesar y, es humano, en vuestro comportamiento pontifical. Si os impresionan fuertemente viejos
resentimientos de patriota que participó de lleno en su juventud en un duro conflicto bélico,
podríais estar tentado de tomar partido, una vez hecho Papa, en disputas temporales, que la
historia no ha esclarecido aún suficientemente. ¿Cuáles fueron las responsabilidades exactas de
los diversos beligerantes en el desencadenamiento de la II Guerra Mundial?.
¿Cuál fue el papel de ciertos provocadores?. Vuestro presidente del Consejo de Ministros, el
Coronel Beck, que todo el mundo sabe que era un personaje bastante sospechoso, ¿se comportó
acaso en 1939 con toda la ponderación deseada?. ¿No rechazó con demasiada soberbia ciertas
posibilidades de entendimiento? ¿Y después? ¿La guerra fue verdaderamente tal como se ha
dicho?. ¿Cuáles fueron las faltas, e incluso los crímenes de unos y de otros? ¿Se han sopesado
siempre con objetividad las intenciones? ¿No se ha desvirtuado a la ligera o con mala fe, porque
la propaganda lo reclamaba, la doctrina del adversario atribuyéndole unos proyectos y
endosándole unos actos cuya realidad puede estar sujeta a numerosas dudas?.
A pesar de que la Iglesia siempre está mucho mejor informada que nadie, a través de dos mil
años de circunspección ha evitado siempre las posturas precipitadas, y ha preferido juzgar
siempre sobre hechos probados, con calma, después de que el tiempo ha separado el grano de la
cizaña, los furores y las pasiones. Especialmente, la Iglesia siempre se distinguió por una
moderación extrema, a lo largo de la II Guerra Mundial. Siempre se guardó cuidadosamente de
propagar locas elucubraciones que corrían entonces.
No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Avatar de Usuario
Lithmenel
AprendiX
AprendiX
Mensajes: 204
Registrado: 02 Ago 2007 15:50
Agradecido: 0
Agradecimiento recibido: 0
Muy Santo Padre, sobre vuestro suelo patrio -en Auschwitz particularmente-, afectado, quizás,
por ciertas visiones incompletas y partidarias del pasado ¿va usted simplemente a rezar?... Temo
sobre todo, que vuestros rezos, e incluso vuestra simple presencia en esos lugares, sean
inmediatamente desvirtuados de su sentido profundo, y sean utilizados por propagandistas sin
escrúpulos, que los harán servir, escudándose en vos, para las campañas de odio, a base de
falsedades, que emponzoñan todo el asunto de Auschwitz desde hace más de un cuarto de siglo.
Sí, falsedades.
Después de 1945 -abusando de la psicosis colectiva que, a base de habladurías incontroladas,
había transtornado a numerosos deportados de la II Guerra Mundial- la leyenda de las
exterminaciones masivas de Auschwitz ha alcanzado al mundo entero. Se han repetido en
millares de libros incontables mentiras, con una rabia cada vez más obstinada. Se las ha
reeditado en colores, en películas apocalípticas que flagelan furiosamente, no sólo la verdad y la
verosimilitud, sino incluso el buen sentido, la aritmética más elemental, y hasta los mismos
hechos.
Usted, Muy Santo Padre, fue, según se dice, un resistente a lo largo de la II Guerra Mundial, con
los riesgos físicos que comporta un combate contrario a las leyes internacionales. Ciertas
personas añaden que usted estuvo internado en Auschwitz. Como tantos otros, usted ha salido de
allí, ya que usted es actualmente Papa, un Papa que, con toda evidencia, no huele demasiado al
famoso gas Zyklon B. Su Santidad, que ha vivido en estos lugares, debe saber, mejor que
cualquier otro, que esos gaseamientos masivos de millones de personas nunca fueron realidad.
S.S, como testigo de excepción, ¿ha visto personalmente efectuar una sola de estas grandes
masacres colectivas, tan repetidas una y otra vez por propagandistas sectarios?...
Ciertamente, se sufrió en Auschwitz. En otras partes, también. Todas las guerras son crueles. Los
centenares de miles de mujeres y niños atrozmente carbonizados por orden directa de los Jefes de
Estado aliados, en Dresde, Hamburgo, Hiroshima y Nagasaky, tuvieron unos padecimientos
mucho más horribles que los sufridos por los deportados políticos o los resistentes (entre ambos,
el 25 por ciento de la población total de los campos), objetores de conciencia, anormales
sexuales o criminales de derecho común (75 por ciento de la población concentracionaria) que
padecían, y a veces morían, en los campos de concentración del III Reich.
El agotamiento les devoraba. El hundimiento moral eliminaba las fuerzas de resistencia de las
almas menos templadas. Las crueldades de ciertos guardianes desnaturalizados, alemanes, y más
a menudo no alemanes, de los "kapos" y otros deportados convertidos en verdugos de sus
compañeros, se sumaban a la amargura de una promiscuidad multitudinaria. Cabe pensar que en
algún campo hubiese algún chiflado que procediera con experiencias de muerte inéditas o
fantasías monstruosas en torturas o asesinatos.
Sin embargo, el calvario de la mayor parte de los exiliados, habría terminado felizmente el día
tan esperado del inicio de la paz, si no se hubiera abatido sobre ellos, a lo largo de las últimas
semanas, la catástrofe de epidemias exterminadoras, ampliadas aún más por los fabulosos
bombardeos que destrozaban las líneas de ferrocarril y las carreteras, y enviaban a pique los barcos
cargados de presos, como ocurrió en Lübeck. Estas operaciones aéreas masivas destruían las
redes eléctricas, los conductos y depósitos de agua, cortaban todo abastecimiento, imponían por
doquier el hambre, hacíendo imposible todo transporte de evacuados. Las dos terceras partes de
deportados muertos a lo largo de la II Guerra Mundial, perecieron entonces, víctimas del tifus, de
la disentería, de hambre, de las esperas interminables sobre las trituradas vías de comunicación.
Las cifras oficiales lo establecen.
No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Avatar de Usuario
Lithmenel
AprendiX
AprendiX
Mensajes: 204
Registrado: 02 Ago 2007 15:50
Agradecido: 0
Agradecimiento recibido: 0
En Dachau, por ejemplo, según las mismas estadísticas del Comité lntemacional, murieron en
Enero de 1944, 54 deportados; en Febrero de 1944, 101; pero en el mes de Enero de 1945
murieron 2.888, y, en febrero de 1945 murieron 3.977. Sobre el total de 35.613 deportados
muertos en este campo de 1940 a 1945, 19.296 fallecieron durante los últimos 7 meses de
hostilidades; y queda demostrado que el terrorismo aéreo aliado no tenía ya ninguna utilidad
militar, pues la victoria de los aliados, al principio de 1945, ya estaba totalmente asegurada. Y
por tanto, ya no era necesario de ningún modo, dicho terrorismo aéreo aliado. Sin esta loca y
brutal trituración a ciegas, millares de internados hubiesen sobrevivido, en lugar de convertirse -
entre Abril y Mayo de 1945- en macabros objetos de exposición, alrededor de los cuales bullían
manadas de necrófilos de la prensa y del cine, ávidos de fotos y películas con ángulos y vistas
sensacionales, y de un rendimiento comercial asegurado. Unos documentos visuales, cuidadosa y
previamente retocados, sobrecargados, deformados, y generadores de crecientes odios.
Estos correveidiles de la información hubiesen podido, también, tomar kilómetros de fotografías
similares de cadáveres de mujeres y niños alemanes, cien veces más numerosos, muertos
exactamente de la misma manera, de hambre, de frío o ametrallados sobre los mismos helados
vagones al descubierto, y sobre los mismos caminos ensangrentados. ¡Pero esas fotos, igual que
las de la inmensa exterminación de las ciudades alemanes, que nos descubrirían seiscientos mil
cadáveres, ya se guardarían bien de darlas a conocer! Hubiesen podido turbar los ánimos y sobre
todo, templar los odios. Y la verdad es que el tifus, la disentería, el hambre, los continuos
ametrallamientos aéreos, golpeaban indistintamente, en 1945, tanto a los deportados extranjeros
como a la población civil del Reich, todos atrapados por unas abominaciones propias del fin del
mundo.
Por lo demás, Muy Santo Padre, en lo que se refiere a una voluntad formal de genocidio, ningún
documento ha podido aportar la menor prueba oficial de ello, desde hace más de 30 años. Mas
especialmente, en lo que concierne a la pretendida cremación en Auschwitz, de millones de
judíos en fantasmales cámaras de gas de Zyklón B, las afirmaciones lanzadas y constantemente
repetidas desde hace tantos años, en una fabulosa campaña, no resisten un examen científico
serio.
Es descabellado imaginar, y sobre todo pretender, que se hubieran podido gasear en Auschwitz
24.000 personas por día, en grupos de 3.000, en una sala de 400 metros cúbicos, y menos aún, a
700 u 800 en unos locales de 25 metros cuadrados, de 1.90 metros de altura, como se ha
pretendido a propósito del campo de Belzec; 25 metros cuadrados o lo que es lo mismo, la
superficie de un dormitorio. Usted, Santo Padre, ¿lograría meter 700 u 800 personas en vuestro
dormitorio?
Y 700 a 800 personas en 25 metros cuadrados, esto hace 30 personas por cada metro cuadrado.
Un metro cuadrado, con 1,90 metros de altura ¡es una cabina telefónica! ¿Su Santidad sería
capaz de apilar a 30 personas en una cabina telefónica de la Plaza San Pedro o del Gran
Seminario de Varsovia, o en una simple ducha?. Pero si el milagro de los 30 cuerpos plantados
como espárragos en una cabina telefónica o el de las 800 personas apiñadas alrededor de vuestra
cama se hubiese realizado, un segundo milagro tenía que haberse producido inmediatamente,
pues las 3.000 personas ¡el equivalente de dos regimientos! hacinadas tan fantásticamente en la
habitación de Auschwitz, o las 700 u 800 personas apretujadas en Belzec a razón de 30
ocupantes por metro cuadrado, ¡hubiesen perecido casi al instante, asfixiadas, por carencia de
oxígeno! ¡No hubieran hecho falta las cámaras de gas! Todos habrían dejado de respirar, incluso
antes de que se hubiese terminado de hacinar los últimos, que se cerrasen las puertas y se
esparciera el gas por la sala. ¿Y cómo se hacía esto último? ¿Por unas hendiduras ? ¿Por unos
No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Avatar de Usuario
Lithmenel
AprendiX
AprendiX
Mensajes: 204
Registrado: 02 Ago 2007 15:50
Agradecido: 0
Agradecimiento recibido: 0
agujeros? ¿Por una chimenea? ¿Bajo forma de aire caliente? ¿Con vapor? ¿Vertiéndolo sobre el
suelo? ¡Cada uno cuenta lo contrario del otro! ¡EI Zyklón B no alcanzando más que a cadáveres,
no hubiese representado la menor utilidad! De todas maneras, el Zyklón B es, como toda persona
interesada en la ciencia puede saber, un gas de empleo peligroso, inflamable y adherente.
También veintiuna horas de espera hubiesen sido necesarias, e incluso indispensables, antes de
que se hubiese podido retirar el primer cuerpo de la fantástica sala.
Sólo después se hubieran podido extraer, como se han complacido en contárnoslo, con miles de
detalles escabrosos todos los dientes de oro, todas las fundas de plomo en las que escondían, se
dice, diamantes, de cada lote de seis mil mandíbulas rígidas -¡tres mil personas!- , contraídas tras
la muerte, o de 48.000 mandíbulas diarias si se creen las cifras oficiales de 24.000 gaseados
cotidianos solamente en Auschwitz.
Muy Santo Padre, por muy santo que sea Su Santidad, ¡Usted soportará al dentista alguna vez,
con más o menos resignación! ¿Os han extraído un diente? ¿Dos dientes? ¿Se os han instalado en
una silla de dentista con potentes reflectores, enfocados sobre las mandíbulas con útiles
perfeccionados y con un paciente que se presta a sus prescripciones?. Pues bien, la extracción, en
unas óptimas condiciones, tarda su tiempo. ¿Un cuarto de hora?, ¿Media hora?. En Auschwitz,
según las leyendas, a los cadáveres que yacían en el suelo, era necesario abrirles, con muchas
dificultades, las mandíbulas endurecidas, descontraerlas, y tratarlas mediante instrumental
necesariamente primitivo. Con ocho operadores en total: es la cifra oficial. Y después tenían que
examinarlos sin luz apropiada, a ras del cemento, y no solamente un punto enfermo de la
dentadura, ¡sino las dos mandíbulas enteras!, ¡Arrancar, vaciar. limpiar! ¿Puede hacerse esto en
menos tiempo que en casa del especialista, perfectamente equipado?, Dígnese Su Santidad tomar
un lápiz. A razón de un cuarto de hora por dentadura y con ocho individuos a pleno rendimiento
en la operación se podría llegar a 16 cadáveres tratados por hora, es decir, 160 en una jornada de
10 horas sin un minuto de reposo. Piense Su Santidad incluso en un estajanovista de las
dentaduras, y doble el ritmo de las extracciones, lo que es además materialmente imposible: esto
supondría 320. Entonces, Muy Santo Padre, ¿cómo imaginar cremaciones de 3.000 judíos de una
sola vez?, ¿Y las jornadas de 24.000 gaseados con Zyklón B, que representarían 48.000
dentaduras para vaciar o sea más de 760.000 dientes a examinar diariamente?. Simplemente
ateniéndose a los seis millones de judíos muertos -algunos han doblado y triplicado la cifra, que
la propaganda machaca continuamente en nuestros oídos-, estos extractores de mandíbulas
hubiesen seguido, unos años después de la guerra, en plena actividad.
Estas extracciones, solamente estas extracciones, en diez horas de labor ininterrumpida,
¡hubiesen absorbido un trabajo de 1.875 jornadas de todo el equipo de 8 individuos!
Pero además, estas extracciones sólo eran una formalidad preliminar. Hacía falta también rapar
millones de cabelleras. Después, antes de pasar los cadáveres al horno. se procedía -según lo que
todos los "historiadores" de Auschwitz afirman ex cátedra- al examen de todos los anos y todas
las matrices, de cuyo fondo se trataba de recuperar los diamantes y las "joyas" que hubieran
podido ser escondidas. ¿Se imagina usted esto Muy Santo Padre?. ¡Seis millones de anos, tres o
cuatro millones de matrices limpiados a fondo, cuando se nos ha explicado que, después de los
gaseamientos masivos, los cuerpos chorreaban de excrementos, de sangre femenina y de otras
inmundicias! En estos órganos sucios, los dedos, las manos de los operadores, debían revolver
todo, descubrir los supuestos diamantes escondidos, extraerlos pegajosos, lavarlos, lavarse ellos,
24.000 veces por día (los anos), 15 ó 20.000 veces por días (las matrices) ¡Es una locura!. ¡Todo
esto es de locos! Y no hablemos de las actividades complementarias: fábricas de abonos y
fábricas de jabones, de las cuales el delirante profesor Poliakov habla sin pestañear.
No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Avatar de Usuario
Lithmenel
AprendiX
AprendiX
Mensajes: 204
Registrado: 02 Ago 2007 15:50
Agradecido: 0
Agradecimiento recibido: 0
Estas operaciones de gaseamiento, de corte de pelo, de extracción de dientes, de limpieza de
órganos, realizados sobre seis millones de judíos, o siete millones, o sobre quince millones según
el Padre Riquet, o sobre veinte millones -¡es decir más que los judíos existentes entonces en el
mundo entero!- según el diccionario Larousse, seguirían todavía si se admitieran como exactas
las afirmaciones "oficiales" de los manipuladores de la "historia" de Auschwitz. ¡Entonces, sí
que tendría Ud., Muy Santo Padre, que taparse la nariz cerca de las cámaras de gas, y transpirar
al calor de los hornos de Auschwitz, en el transcurso de su misa concelebrada!.
Si se hubiese multiplicado el número de cadáveres reales y normales por diez, o por veinte, la
estafa de los muertos hubiese podido conservar un cierto aspecto de verosimilitud. Pero al igual
que hemos visto en el caso del gaseamiento de 700 a 800 personas por dormitorio, al mentir
demasiado se llega a lo grotesco. Era precisa la insondable y apenas imaginable estupidez de las
masas, para que semejantes extravagancias hayan podido ser inventadas, contadas, difundidas a
los cuatro vientos, filmadas y CREIDAS.
"¡Yo creo -declara bravamente un personaje de Holocuasto- todo lo que se cuenta sobre ello!".
¡Declaración ejemplar!.
Entonces. Muy Santo Padre, ¿cómo imaginar un instante que en Auschwitz, en la hora de la
concelebración, mientras que todos los corazones, estrechados por el amor de Dios y de los
hombres, van a participar en la renovación del sacrificio, un sacerdote, un Papa podría, en el
momento en que levanta el cáliz hacia el cielo, ser consciente de que está encubriendo bajo su
patio un despliegue de un odio tan bestial y de unas mentiras tan extravagantes, que están en el
extremo opuesto de la enseñanza patética de Cristo?, ¡No! ¡Ciertamente no!, ¡No es posible!.
Vuestro mensaje, a cien pasos de la falsa cámara de gas de Auschwitz, no puede ser más que un
mensaje de caridad, de fraternidad, igualmente de la verdad, sin la cual toda doctrina se hunde.
Usted va a Auschwitz para recogeros, emocionado, en uno de los altos lugares del sufrimiento
humano cuyas causas y cuyos responsables serán fijados verdaderamente, objetivamente, con el
tiempo, por una Historia serena, y no recurriendo a testimonios obtenidos por la fuerza y a unas
divagaciones de farsantes.
El Papa está por encima de todo esto.
Está al lado de las almas que sufrieron, de las que, en el sufrimiento, se elevaron espiritualmente,
pues no existe pena, ni calvario, ni agonía que no pueda llegar a ser sublime. Por ejemplo, en los
campos de batalla de la II Guerra Mundial en que tantos millones de soldados cayeron tras
horribles sufrimientos, e igualmente en los campos de trabajo, en que tantos murieron victimas
de intereses que no entendían pero que los aniquilaban: el sacrificio, el dolor físico y moral, la
terrible angustia, convirtieron a miles de almas, que en circunstancias normales se hubiesen
perdido en la mediocridad, en gloriosos ejércitos de héroes espirituales. Así fue en Auschwitz.
Fue así en el Frente del Este, a lo largo de los años de lucha y de inmolación de millones de
jóvenes europeos que, de 1941 a, 1945, hicieron frente heroicamente al empuje del comunismo.
Seguramente, a través de toda la historia de los hombres, se han cometido atrocidades.
Auschwitz, de todas maneras, no habrá sido ni el primer caso, ni el último. Nosotros lo vemos de
sobra en la hora actual, cuando son masacrados tantas mujeres y niños sin defensa, aplastados en
los campos palestinos por la aviación de Israel, ejecutando la ley del Talión sobre unos
inocentes, en memoria de los cuales, no se cantará probablemente nunca una misa
concelebrada... Numerosas potencias han abusado muchas veces de su poder. Numerosos
pueblos han perdido la cabeza. No uno especialmente. Pero sí todos. Al lado de corazones puros
y desinteresados que ofrecieron su juventud a un ideal, Alemania, tuvo, como todo el mundo, su
No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Avatar de Usuario
Lithmenel
AprendiX
AprendiX
Mensajes: 204
Registrado: 02 Ago 2007 15:50
Agradecido: 0
Agradecimiento recibido: 0
lote de seres detestables, culpables de violencias inadmisibles. ¿Pero qué país no ha tenido los
suyos?
La Francia de la Revolución Francesa, ¿no ha inventado el Terror, la Guillotina, los
ahogamientos en el Loira? ¡Napoleón no deportó, pero sí movilizó por la fuerza a centenares de
millares de civiles de los países ocupados, enviados a la muerte por su gloria! ¡Cincuenta y un
mil nada más que en Bélgica! ¡Es decir, más que los belgas que murieron a lo largo de la I
Guerra Mundial o en los campos de concentración del III Reich!. Más cerca de nosotros, un De
Gaulle ¿no presidió, en 1944-45, la masacre de decenas de millares de adversarios bautizados
como "colaboradores"?. Más recientemente aún, en Indochina, en Argelia, Francia ¿no hacinó a
centenares de millares de prófugos, de rehenes, de simples civiles arrestados masivamente, en
campos de concentración extremadamente duros en donde tampoco faltaron los sádicos? Un
General francés hizo incluso el elogio público de la tortura, ¿Y la Gran Bretaña, con sus
bombardeos de ciudades libres como Copenhague? ¿Sus ejecuciones de cipayos atados en la
boca de los cañones; su aplastamiento de los boers; sus campos de Concentración del Transvaal
o con millares de mujeres y niños muertos en una miseria indecible? ¿Y Churchill,
desencadenando sus abominables bombardeos de terror sobre la población civil del Reich, la
calcinación por fósforo en las cuevas, aniquilando en una sola noche alrededor de doscientos mil
mujeres y niños en el gigantesco crematorio de Dresde? "Alrededor de", porque no se ha podido
hacer una estimación aproximada más que calculando el peso de las cenizas.
¿Y los EE.UU.? ¿No han elevado su potencia gracias a la esclavización de millones de negros
marcados al fuego ardiente como bestias, y gracias a la exterminación casi íntegra de los pieles
rojas propietarios de los terrenos ansiados?, ¿No han sido ellos los lanzadores de la bomba
atómica? Ayer aún, ¿no han contado, entre sus tropas de Vietnam, con indiscutibles verdugos?.
Y no insistimos sobre las decenas de millares de víctimas de la tiranía de la URSS y de los
Gulags actuales, de los cuales, temo que no se dirá nada ni que usted visitará nunca como lo ha
hecho con el campo de Auschwitz, vacío de todo ocupante desde hace decenas de años.
En Auschwitz, nadie lo negará, la vida ha sido dura, a veces muy cruel. Pero en los campos de
los vencedores de 1945, los sádicos y los verdugos prosperaron rápidamente con igual
abundancia, pero con muchas menos excusas, si se admite que una guerra mundial pueda
albergar unas excusas...
Santo Padre, yo no querría empañar el placer que usted va a tener al encontrarse en su país. ¡Pero
cuidado! Vuestra patria valerosa, de la cual usted ha exaltado la elevación moral al glorificar a su
admirable patrón San Estanislao, ¿no ha conocido ella también sus horas de crímenes y de
envilecimiento?. En el momento en que usted va a pisar el suelo polaco de Auschwitz que
recuerda especialmente la última tragedia judía, resultaría poco decente -si quiere ser justo- no
evocar otros judíos innumerables muertos anteriormente por todo vuestro territorio, en unos
progroms horribles, torturados, asesinados, colgados durante siglos por vuestros propios
compatriotas. ¡Estos no han sido siempre unos ángeles, a pesar de ser tan católicos!.
Yo oigo todavía al Nuncio Apostólico de Bruselas, el que fue después Cardenal Micara,
anteriormente Nuncio en Varsovia, cuando me contaba, en su excelente mesa, cómo los
campesinos polacos crucificaban a los judíos en las puertas de sus granjas. "¡Estos cochinos
judíos!", exclamaba, bastante poco evangélicamente el untuoso prelado.
Estas palabras fueron pronunciadas tal cual, créame.
La Iglesia ella misma, Muy Santo Padre, ¿Ha sido siempre tan blanda? Incluso en pleno siglo
XVIII, ella quemaba aún a los judíos con gran aparatosidad. En plena ciudad de Madrid,
particularmente. Pero ella, ¡los quemaba vivos!. La Inquisición no ha sido un pacífico redil. Las
No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Avatar de Usuario
Lithmenel
AprendiX
AprendiX
Mensajes: 204
Registrado: 02 Ago 2007 15:50
Agradecido: 0
Agradecimiento recibido: 0
masacres de los albigenses se perpetraron bajo la égida de Santo Tomás de Aquino. Los
asesinatos de la noche de San Bartolomé causaron la alegría del Papa, vuestro predecesor, que se
levantó en plena noche para festejar, con un Tedeum entusiasta tan alegre acontecimiento, ¡y
ordenó incluso conmemorarlo con una medalla!. ¿Y las treinta mil llamadas brujas, calcinadas
piadosamente a lo largo de la Cristiandad? Incluso en el pasado siglo, el papado restablecía aún
en Roma el Ghetto. En el fondo, Muy Santo Padre, que no valemos mucho bien seamos Papas o
Ayatollas, parisinos o prusianos, soviéticos o neoyorquinos. ¡No hay por qué ser exageradamente
orgullosos! Todos nosotros hemos sido, en nuestros malos momentos, tan salvajes los unos como
los otros. Esta equivalencia no justifica nada ni a nadie. Ella incita, sin embargo, a no distribuir
con demasiada impetuosidad o benevolencia las excomuniones Y las absoluciones.
Sólo se rechazará el salvajismo humano respondiendo al odio con la fraternidad. El odio se
desarma, como todo se desarma, pero no ofreciéndolo continuamente con salsas cada vez más
picantes. Ni excrementándolo y exasperándolo, como en el caso de Auschwitz, a fuerza de
exageraciones locas, de mentiras y de falsas confesiones llenas de contradicciones flagrantes
arrancadas por la tortura y el terror en las prisiones soviéticas o americanas, pues tanto valían las
unas como las otras en los tiempos odiosos de Nuremberg.
Algunos hubiesen podido pensar que los filibusteros del exhibicionismo concentracionario y los
falsarios que hicieron del asunto de los "seis millones" de judíos, la estafa financiera más
remuneradora del siglo, iban a poner en fin un término a esa explotación. Gracias a todo el
aparato de la grandiosa ceremonia religiosa que va, en vuestra presencia, a desplegarse entre los
falsos decorados del plató de Auschwitz, en medio de un gigantesco baqueteo de televisión y de
prensa, se intentará todo para convertiros en avalista indiscutido de estos cheques del odio.
Vuestro nombre vale su peso en oro, para todos estos gangsters. Saldrá en el mundo entero,
como si el primer Holocausto no fuera suficiente, un Holocausto número 2 que no habrá costado
un millón de dólares como el otro, ya que Vuestra Santidad habrá suministrado absoluta y
gratuitamente, a unos indecentes escenógrafos, la más fastuosa de las figuraciones.
El Holocausto* número 1, cualquiera que haya sido su difusión y su impacto entre los tontos, no
ha sido más que un gigantesco alboroto hollywoodiano, de una rara vulgaridad, y destinado ante
todo a vaciar centenas de millones de bolsillos de espectadores no advertidos. Pero los estragos
no podían ser más que pasajeros; se debería rápidamente notar que las extravagancias eran
bufonescas, no resistirían al examen concienzudo de un historiador. Por el contrario, vuestro
Holocausto*, Muy Santo Padre, filmado con una gran pompa en Auschwitz, por un Papa en
carne y hueso, revestido de toda la majestuosidad pontifical y ungido de veracidad, de cara a un
altar inviolable, sobre todo en la hora del Sacrificio, este Holocausto número 2 arriesga aparecer
a los ojos de una cristiandad burlada por unos manipuladores sacrílegos, como una confirmación
casi divina de todas las elucubraciones montadas por unos usureros llenos de odio.
Ya vuestra evocación ante las tumbas polacas de Montecasino, de una guerra de la cual -si se
cree lo que ha dicho la prensa internacional- S.S, no ha retenido más que ciertos aspectos
fragmentarios y partisanos, ha inquietado a muchos fieles. Vuestra comparecencia ostentosa en
Auschwitz no puede sino inquietar más aún, Muy Santo Padre, pues no es dudoso que se os va a
"utilizar". Es tan evidente que revienta los ojos. Unos filibusteros de la prensa y de la pantalla
han decidido hacerle caer, con la mitra por delante, con vuestra sotana blanca toda nueva, en esta
trampa de Auschwitz. Sin embargo esta ceremonia religiosa no puede representar a vuestros
ojos, ciertamente, en la hora de la concelebración, otra cosa que una llamada a la reconciliación,
y de ninguna manera una llamada al odio entre los hombres.
No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Avatar de Usuario
Lithmenel
AprendiX
AprendiX
Mensajes: 204
Registrado: 02 Ago 2007 15:50
Agradecido: 0
Agradecimiento recibido: 0
Homo homini lupus, dicen los sectarios. Homo homini frater, dice todo cristiano que no es un
hipócrita. Nosotros somos todos hermanos, el deportado que sufre detrás de las alambradas, el
soldado intrépido crispado sobre su ametralladora. Todos los que hemos sobrevivido a 1945,
Ud., el perseguido convertido en Papa, yo, el guerrero convertido en perseguido, y millones de
seres humanos que hemos vivido de una manera u otra la inmensa tragedia de la II Guerra
Mundial con nuestro ideal, nuestros anhelos, nuestras debilidades y nuestras faltas, debemos
perdonar, debemos amar. La vida no tiene otro sentido. Dios no tiene otro sentido. Entonces, de
verdad, ¡qué importa el resto! El día que Ud. celebre la Misa en Auschwitz a pesar de las
imprudencias espirituales que puedan comportar unas tomas de posiciones de un Papa en unos
debates históricos no conclusos, y a pesar de los fanáticos del odio que, sin tardanza, van a
explotar la espectacularidad de vuestro gesto, yo uniré desde el fondo de mi exilio lejano mi
fervor al vuestro. Soy, Muy Santo Padre, filialmente vuestro.
León Degrelle.
No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Responder
 
  • Publicidad +