Mi posición frente a esta carta es neutral, no apoyo a ninguno de los dos bandos que se vieron involucrados en la II Guerra Mundial, solo quiero que conozcan la otra cara de la moneda, ya que la Historia la escribe el vencedor.
CARTA AL PAPA - LEÓN DEGRELLE
[RIGHT]En el exilio, a 20 de mayo de 1979[/RIGHT]
A SU SANTIDAD EL PAPA JUAN PABLO II
CIUDAD DEL VATICANO
Muy Santo Padre:
Yo soy León Degrelle, el Jefe del Rexismo belga, antes de la segunda Guerra Mundial, y durante
esta, el Comandante de los Voluntarios belgas del Frente del Este, luchando en la 28 división de
la Waffen SS "Wallonie". Ciertamente esto no es una recomendación a los ojos de la gente. Pero
yo soy católico como usted y me creo, por este hecho, autorizado a escribiros, como a un
hermano en la fe.
He aquí de qué se trata: la prensa anuncia que con motivo de vuestro próximo viaje a Polonia
entre el 2 y el 12 de Junio de 1979, S.S va a concelebrar la misa con todos los obispos polacos en
el antiguo campo de concentración de Auschwitz. Yo encuentro, os lo digo de antemano, muy
edificante que se rece por los muertos, sean cuales sean y donde sea, incluso delante de unos
hornos crematorios flamantes, de ladrillos refractarios inmaculados.
Pero me asaltan ciertas aprensiones, a pesar de todo. S.S, es polaca. Esta condición aparece sin
cesar y, es humano, en vuestro comportamiento pontifical. Si os impresionan fuertemente viejos
resentimientos de patriota que participó de lleno en su juventud en un duro conflicto bélico,
podríais estar tentado de tomar partido, una vez hecho Papa, en disputas temporales, que la
historia no ha esclarecido aún suficientemente. ¿Cuáles fueron las responsabilidades exactas de
los diversos beligerantes en el desencadenamiento de la II Guerra Mundial?.
¿Cuál fue el papel de ciertos provocadores?. Vuestro presidente del Consejo de Ministros, el
Coronel Beck, que todo el mundo sabe que era un personaje bastante sospechoso, ¿se comportó
acaso en 1939 con toda la ponderación deseada?. ¿No rechazó con demasiada soberbia ciertas
posibilidades de entendimiento? ¿Y después? ¿La guerra fue verdaderamente tal como se ha
dicho?. ¿Cuáles fueron las faltas, e incluso los crímenes de unos y de otros? ¿Se han sopesado
siempre con objetividad las intenciones? ¿No se ha desvirtuado a la ligera o con mala fe, porque
la propaganda lo reclamaba, la doctrina del adversario atribuyéndole unos proyectos y
endosándole unos actos cuya realidad puede estar sujeta a numerosas dudas?.
A pesar de que la Iglesia siempre está mucho mejor informada que nadie, a través de dos mil
años de circunspección ha evitado siempre las posturas precipitadas, y ha preferido juzgar
siempre sobre hechos probados, con calma, después de que el tiempo ha separado el grano de la
cizaña, los furores y las pasiones. Especialmente, la Iglesia siempre se distinguió por una
moderación extrema, a lo largo de la II Guerra Mundial. Siempre se guardó cuidadosamente de
propagar locas elucubraciones que corrían entonces.
CARTA AL PAPA - LEÓN DEGRELLE
[RIGHT]En el exilio, a 20 de mayo de 1979[/RIGHT]
A SU SANTIDAD EL PAPA JUAN PABLO II
CIUDAD DEL VATICANO
Muy Santo Padre:
Yo soy León Degrelle, el Jefe del Rexismo belga, antes de la segunda Guerra Mundial, y durante
esta, el Comandante de los Voluntarios belgas del Frente del Este, luchando en la 28 división de
la Waffen SS "Wallonie". Ciertamente esto no es una recomendación a los ojos de la gente. Pero
yo soy católico como usted y me creo, por este hecho, autorizado a escribiros, como a un
hermano en la fe.
He aquí de qué se trata: la prensa anuncia que con motivo de vuestro próximo viaje a Polonia
entre el 2 y el 12 de Junio de 1979, S.S va a concelebrar la misa con todos los obispos polacos en
el antiguo campo de concentración de Auschwitz. Yo encuentro, os lo digo de antemano, muy
edificante que se rece por los muertos, sean cuales sean y donde sea, incluso delante de unos
hornos crematorios flamantes, de ladrillos refractarios inmaculados.
Pero me asaltan ciertas aprensiones, a pesar de todo. S.S, es polaca. Esta condición aparece sin
cesar y, es humano, en vuestro comportamiento pontifical. Si os impresionan fuertemente viejos
resentimientos de patriota que participó de lleno en su juventud en un duro conflicto bélico,
podríais estar tentado de tomar partido, una vez hecho Papa, en disputas temporales, que la
historia no ha esclarecido aún suficientemente. ¿Cuáles fueron las responsabilidades exactas de
los diversos beligerantes en el desencadenamiento de la II Guerra Mundial?.
¿Cuál fue el papel de ciertos provocadores?. Vuestro presidente del Consejo de Ministros, el
Coronel Beck, que todo el mundo sabe que era un personaje bastante sospechoso, ¿se comportó
acaso en 1939 con toda la ponderación deseada?. ¿No rechazó con demasiada soberbia ciertas
posibilidades de entendimiento? ¿Y después? ¿La guerra fue verdaderamente tal como se ha
dicho?. ¿Cuáles fueron las faltas, e incluso los crímenes de unos y de otros? ¿Se han sopesado
siempre con objetividad las intenciones? ¿No se ha desvirtuado a la ligera o con mala fe, porque
la propaganda lo reclamaba, la doctrina del adversario atribuyéndole unos proyectos y
endosándole unos actos cuya realidad puede estar sujeta a numerosas dudas?.
A pesar de que la Iglesia siempre está mucho mejor informada que nadie, a través de dos mil
años de circunspección ha evitado siempre las posturas precipitadas, y ha preferido juzgar
siempre sobre hechos probados, con calma, después de que el tiempo ha separado el grano de la
cizaña, los furores y las pasiones. Especialmente, la Iglesia siempre se distinguió por una
moderación extrema, a lo largo de la II Guerra Mundial. Siempre se guardó cuidadosamente de
propagar locas elucubraciones que corrían entonces.