Acabo de regresar de uno de mis viajes por Italia, y aún ando con la borrachera de tanta maravilla de arte pictórico, escultórico y arquitectónico como he disfrutado. De todos estos tesoros artísiticos, la mayoría pertenecen o están custodiados por la Iglesia.
Hay un argumento que se me plantea muy a menudo cuando se habla de los tesoros artísticos en propiedad de la Iglesia, y es: "La Iglesia debería vender su patrimonio artístico para ayudar a los más necesitados, ya que ésta es una de las normas de comportamiento sobre las que se basa su doctrina".
Decenas de veces me he planteado éste cuestión, y siempre y cada vez con más firmeza, la respuesta es ¡NO! . ¿Razones?:
- Los tesoros artísticos de la Iglesia forman parte del patrimonio de la humanidad, y estando en propiedad de la Iglesia son asequibles para todo aquél que quiera visitarlos. La Iglesia pone su patrimonio artísitico para el disfrute y la contemplación de todo el que quiera verlo.
- Si la iglesia enajenara su patrimonio, éste pasaría en su mayor parte a colecciones privadas, donde no sería tan fácil su disfrute, incluso a veces sería inaccesible al público, o desde luego sería más costoso poder visitarlo. Un ejemplo: La Galería y Museo Borghese en Roma es un palacio privado que expone una estupenda colección de escultura y pintura. Lo museos vaticanos son un conjunto insuperable de obras de arte y objetos de distintas civilizaciones. La entrada a ambos cuesta lo mismo: 12 euros. Pero los museos vaticanos ofrecen una colección como seis u ocho veces mayor que la de la Galería Borghese (colección privada) por el mismo precio.
- Al mismo tiempo, el patrimonio que la Iglesia vendiera sería objeto de especulación y negocio por parte de los marchantes de arte, con el peligro de que algunos de ellos desaparecieran en su periplo por las subastas de arte.
- La ayuda que el dinero de la venta del patrimonio artístico facilitaría a los necesitados, saciaría sus necesidades materiales, pero no sus necesidades espirituales: un plato de comida, puede paliar temporálmente el hambre de personas con pocos recursos, pero un cuadro de Caravaggio, una escultura de Miguel Angel cubrirán siempre su hambre espiritual.
Es por estas razones por las que desde mi punto de vista, el patrimonio artístico de la Iglesia debe permanecer en poder de ella, mientras sea gestionado y expuesto democráticamente, o sea, accesible a la mayor parte de los ciudadanos del mundo.
Y por otro lado, las desigualdades sociales creo que se superan mucho más efectívamente a través de políticas sociales por parte de los gobiernos, mucho más efectívamente que enajenando los bienes de la Iglesia.
Antes de vender el tesoro de los museos vaticanos, yo vendería el Rockefeller Center.
Hay un argumento que se me plantea muy a menudo cuando se habla de los tesoros artísticos en propiedad de la Iglesia, y es: "La Iglesia debería vender su patrimonio artístico para ayudar a los más necesitados, ya que ésta es una de las normas de comportamiento sobre las que se basa su doctrina".
Decenas de veces me he planteado éste cuestión, y siempre y cada vez con más firmeza, la respuesta es ¡NO! . ¿Razones?:
- Los tesoros artísticos de la Iglesia forman parte del patrimonio de la humanidad, y estando en propiedad de la Iglesia son asequibles para todo aquél que quiera visitarlos. La Iglesia pone su patrimonio artísitico para el disfrute y la contemplación de todo el que quiera verlo.
- Si la iglesia enajenara su patrimonio, éste pasaría en su mayor parte a colecciones privadas, donde no sería tan fácil su disfrute, incluso a veces sería inaccesible al público, o desde luego sería más costoso poder visitarlo. Un ejemplo: La Galería y Museo Borghese en Roma es un palacio privado que expone una estupenda colección de escultura y pintura. Lo museos vaticanos son un conjunto insuperable de obras de arte y objetos de distintas civilizaciones. La entrada a ambos cuesta lo mismo: 12 euros. Pero los museos vaticanos ofrecen una colección como seis u ocho veces mayor que la de la Galería Borghese (colección privada) por el mismo precio.
- Al mismo tiempo, el patrimonio que la Iglesia vendiera sería objeto de especulación y negocio por parte de los marchantes de arte, con el peligro de que algunos de ellos desaparecieran en su periplo por las subastas de arte.
- La ayuda que el dinero de la venta del patrimonio artístico facilitaría a los necesitados, saciaría sus necesidades materiales, pero no sus necesidades espirituales: un plato de comida, puede paliar temporálmente el hambre de personas con pocos recursos, pero un cuadro de Caravaggio, una escultura de Miguel Angel cubrirán siempre su hambre espiritual.
Es por estas razones por las que desde mi punto de vista, el patrimonio artístico de la Iglesia debe permanecer en poder de ella, mientras sea gestionado y expuesto democráticamente, o sea, accesible a la mayor parte de los ciudadanos del mundo.
Y por otro lado, las desigualdades sociales creo que se superan mucho más efectívamente a través de políticas sociales por parte de los gobiernos, mucho más efectívamente que enajenando los bienes de la Iglesia.
Antes de vender el tesoro de los museos vaticanos, yo vendería el Rockefeller Center.
