Idamante escribió:Ahora bien, lo malo de todo este asunto es que un representante de la Iglesia haga un comentario para desviar la atención de lo realmente importante, y todos los perror se tiren como locos a disputarse ese único hueso. Pero nadie parece preocuparse de la actitud que ha de tomar la Iglesia con respecto a los miembros del cuerpo eclesiástico que han cometido abusos con menores. Porque más allá de que tal comportamiento sea o no una desviación, sea o no algo asociado a los homesexuales (un debate que no es éste), la pedofilia es un delito. Y quienes delinquen han de ser juzgados por los tribunales civiles ordinarios. Posteriormente, la Iglesia puede adoptar posturas determinadas en cuanto a la disciplina eclesiástica a aplicar a esos curas que han abusado de menores, pero, ante todo, ese delito debe juzgarse donde ha de juzgarse y pagarse como esté estipulado.
Estoy totalmente de acuerdo, Idamante, pero yo iría todavía más lejos.
Primero, desde luego estos pederastas, pedófilos o sencillamente abusadores de menores deben de ser enjuiciados penalmente por la justicia de cada uno de los países comprometidos, exactamente igual que todo el resto de los criminales, pues eso, y nada más, son.
Pero con respecto a la actitud de la propia iglesia, diré que lo peor de todo no es que no condene explicitamente estos abusos. Ni que castigue directamente a los agresores. Ni siquiera que los intente justificar, disculpar o "perdonar" según sus santos preceptos de la redención de los pecados.
LO MÁS BOCHORNOSO es la actitud de absoluta desprecocupación que tienen hacia las víctimas. SIN UNA SOLA MUESTRA DE APOYO, como bien han denunciado los abusados. ¿Pero quién se creen que son? ¿Acaso esos niños no habían sido confiados a su cuidado como fieles, como miembros de su propia iglesia? ¿Cómo puedn tener los santos cojones de ningunearlos de esta manera, y es más, aún de culpabilizarlos, diciendo que algunos de estos abusos eran consentidos?
Estamos hablando de víctimas de abusos. De menores, por muy adolescentes que fueran, y de un abuso de poder de un adulto que tiene TODAS las capacidades y TODAS las opciones para NO cometer ese abuso. Desde ahí, NO EXISTE ninguna justificación posible, sino la condena más absoluta y sin paliativos de ningún tipo. Desde ahí, lo único que existe es la atención, el cuidado y la compensación (si pudiera llegar a compensarse tamaño crimen de algún modo, que lo dudo) a las víctimas.
Desde luego, lo único que consiguen con su actitud omnipotente es que las víctimas, aquellos que fueron sus fieles, dejen de creer no solo en la Iglesia, sino en cualquier tipo de idea relacionada con lo católico, muy lógicamente. Y con ellas, espero de todo corazón, el resto de la sociedad.